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Rafael Aguilar Flores SX

"Tlaneci": Un amanecer para la comunidad de Acoyotla

Del 19 de diciembre 2017 al 4 de junio 2018, me fue dado un gran regalo de parte de la familia xaveriana: vivir como misionero en Acoyotla, Tepehuacán de Guerrero, Hidalgo. Los retos a nivel pastoral se dejaron notar desde el inicio, el párroco actual me sugirió dar formación bíblica a adolescentes y jóvenes, yo acepté con gusto porque el ámbito bíblico es mi fuerte. Invitamos casa por casa y a través de la bocina de la parroquia. La primer semana la respuesta fue positiva, vinieron diez muchachos, digo positiva porque llegaron muy puntuales, animados y participativos; estaban de vacaciones navideñas aún. La segunda semana me faltaron dos, la siguiente tres... y terminaron asistiendo sólo dos o tres que fueron los más constantes.

Entonces, en el mes de febrero, advirtiendo que de seguir así me iba a quedar sin chamba, solicité al párroco el permiso para formar un coro, pues la Misa dominical de los niños no tenía quién animara la celebración. El párroco, que desde el inició me brindó mucha confianza, me dijo que le intentara, a ver qué salía. Preparé unos carteles y los pegué por toda la comunidad, especialmente en las escuelas, con el permiso de los directores. Me decían que enseñar música podría ser una buena idea porque en Acoyotla no hay alguien que les enseñe a tocar un instrumento a los niños y jóvenes y eso les ayudaría a evitar el ocio. En realidad yo pensaba en una frase de mi amigo Alberto Simón Jiménez Mendoza, quien me formó a nivel humano antes de entrar al seminario: “Enseñar a cantar a los niños hoy, es ennoblecer a los hombres del mañana”.

Llegó el día fijado por la convocatoria, yo esperaba por lo menos diez personas, pero llegaron más de veinte. Comenzamos mostrando las partes de la guitarra, la posición para tocarla y el círculo de sol, teníamos sólo unas cinco guitarras, así que nos las turnábamos. La siguiente semana llegaron más personas interesadas, hasta traían su guitarra, algunos la consiguieron prestada y otros incluso la compraron. Durante las siguientes semanas el número de participación se mantuvo constante, de inmediato noté que muchos de los que asistían tenían una sensibilidad innata para la música, pues aprendían a cantar y a tocar muy rápidamente.

Como nos veían muy animados, nos donaron más guitarras, mandolinas y percusiones; llegaron de Guadalajara, San Juan del Río, Salamanca y Jiutepec. Para Semana Santa ya teníamos formado un grupillo capaz de animar los oficios litúrgicos, sólo nos faltaba el nombre. Querían llamarlo “Coro Nuestra Señora de Guadalupe”, porque así se llama la parroquia, pero decían que ese coro ya había sido formado antes por un grupo de señoras.

Nuestro nuevo grupo se había formado con niños, adolescentes, jóvenes y adultos que estaban experimentando cambios nuevos y positivos en sus vidas. Me identifiqué mucho con su experiencia y les conté que cuando tenía diecisiete años encontré una nueva familia que se llama “Amanecer”, en mi parroquia de Jiutepec Morelos. Allí comenzó todo, allí descubrí que cantar y servir a Dios da sentido a mi vida, allí mi vocación se convirtió en un sí definitivo para la misión. En ese grupo aprendí a enseñar y compartir lo que sé, la metodología y pedagogía que utilicé para formar este nuevo coro fue la misma que aprendí en “Amanecer”, por lo que les dije que nuestro grupo de Jiutepec se había extendido hasta Acoyotla. La idea de llamarse también “Amanecer” gustó mucho, así que pedí permiso al “Amanecer” de Jiutepec para poder bautizar a este nuevo grupo con este mismo significado. El permiso fue concedido con placer, así que decidimos llamar a nuestro nuevo coro con el mismo nombre pero adaptándolo al contexto en el que se encuentra la parroquia, y quedó en náhuatl: “Tlaneci”.

Hasta este momento “Tlaneci” cuenta con aproximadamente veinte miembros que tocan guitarra, mandolina y percusiones. El grupo “Amanecer” de Jiutepec, durante las vacaciones de verano, fue a conocer a “Tlaneci” de Acoyotla y les compartieron más cantos y enseñaron a tocar flauta y violín. Yo ya me encontraba aquí en Salamanca Guanajuato en la etapa del Noviciado, pero desde acá viví con emoción el momento del encuentro entre estos mis dos grandes amores. El nuevo grupo anima no sólo la Misa de niños, sino también la Adoración de los jueves, la Misa de jóvenes, y las que les soliciten. Estoy muy agradecido con Dios por haberme regalado la alegría de poder ser un medio para sembrar la semilla del servicio en cada integrante del grupo “Tlaneci”. A través de la música es posible evangelizar de manera integral, ya que en cada canto es esencial entregarse a Dios en cuerpo y alma y poder estar en relación con Él, pues ya lo dijo San Agustín: “el que canta ora dos veces”.

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