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P. Jesús Tinajera s.x.

La alegría por el perdón

Yo les aseguro que hay más alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentirse (Lc 15,7)

 

El recuerdo de todos los santos, abre el mes de noviembre con una cierta solemnidad. El espíritu humano se eleva a las dimensiones celestiales, para recordar, no solo a los santos reconocidos por la Iglesia, sino también a todos nuestros seres queridos que, aunque no tengan un día en el calendario litúrgico, ellos tienen un lugar especial en nuestro corazón. En el corazón de todo ser humano, existe en estos días una especie de purificación de la fe; que trasciende la razón, para ir más allá de lo visible y hacer la experiencia de lo que se podría llamar un estado religioso perfecto, en donde el perdón tiene un rol de primera importancia, para vivir llenos de alegría esta unión perfecta de lo humano con lo divino.

 La alegría que hay en el cielo

El tema de la alegría es fundamental en la doctrina cristiana. Sin embargo, esta no se comprende, sin antes haber profundizado en el pecado y en la gran misericordia de Dios, manifestada en su Hijo Jesucristo. Por eso el evangelista san Lucas, en el capítulo 15, nos presenta las tres parábolas hermosísimas de la misericordia: la oveja perdida, la dracma extraviada y el hijo pródigo. Y todas al final, concluyen con una alegría que se contagia, a tal punto de hacer fiesta y crear regocijo en el cielo. El arrepentimiento es el indicio de la alegría. Hacer la experiencia del perdón de Dios, es gozo indescriptible en el corazón humano y fiesta permanente en el cielo. Los santos y nuestros seres queridos, que tuvieron un gran amor a Jesucristo, por su constante conversión y arrepentimiento, obtuvieron el perdón de sus pecados y, por ende, la alegría celestial.

 Los noventa y nueve justos

El hombre justo vive ya, de alguna manera, la alegría que otorga la salvación de Jesucristo. San Lucas, en su texto, privilegia el arrepentimiento como fuente de alegría. Sin embargo, es necesario comprender que la justicia vivida en lo cotidiano, otorga al ser humano una alegría permanente, sí, pero que no es perfecta. Si por un lado, la misericordia de Dios favorece al hombre arrepentido, con el perdón de sus pecados y esto acrecienta el regocijo celestial, es normal comprender que la alegría sea mayor en el cielo, cuanto mayor sea el número de los justos arrepentidos en la tierra. La justicia, muchas veces se vive limitada por la mayoría de nosotros. San Agustín dice a propósito de esto en Catena aurea 10501: La justicia es una manera cómoda y aislada de vivir la unidad. Es importante que, a la justicia, se agregue el arrepentimiento y la perfección. Sintiéndonos amados por Dios que nos perdona, gracias a su infinita misericordia, también nosotros, otorgando perdón y misericordia a los vivos y difuntos, aumentamos la alegría celestial y el gozo en nuestros corazones.

 Reflexión                                                                

¿Medito con frecuencia sobre la alegría que viven los santos en el reino de los cielos? Como buen cristiano, ¿qué cosas realizo para aumentar la alegría de ser justo a los ojos de Dios? ¿Vivo la perfección buscando la unidad con todos los santos?