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P. Rubén Macías s.x.

Tras las huellas de Xavier

No podemos hablar de la misión según san Guido, sin hacer referencia a su gran modelo, quien dio total inspiración al proyecto misionero de Conforti, es decir a san Francisco Xavier.

Después de la fascinación por Cristo crucificado hay una segunda atracción que define la vida y la acción de Guido María Conforti, y esta es aquella que siente por la personalidad de Francisco Xavier.

Para monseñor Conforti, “Xavier”, como acostumbraba llamarlo, es el hombre que ha sabido dejarse transformar por la Palabra del Evangelio y la ha sabido vivir, comprometiendo en ello toda la firmeza de su voluntad. Se ha uniformado así a Jesucristo como copia fiel, asumiendo su semblante en la contemplación y en la práctica de la caridad, de la oración y en la unión con Dios, hasta llegar a ser un apóstol obediente. Su amor y su conformación con Cristo lo han llevado a desear y vivir gozosamente las fatigas y los sufrimientos de la misión (Antología de los escritos de Guido María Conforti, PP Alfiero Ceresoli y Ermanno Ferro, pp. 321-322).

Yo quisiera insistir sobre algunos aspectos de la personalidad de Xavier que monseñor Conforti hace resaltar como fundamentales. Antes que nada, su deseo por ser otro Cristo, su unión con él y esto vivido en el desapego de todo para vivir de la gloria de Dios y, finalmente, vivirlo todo como un proceso cotidiano de imitación, en las pequeñas cosas como en las grandes empresas, todo vivido para asemejarse a Cristo y para dar así gloria al Padre. ¡Qué hermosa es la vida y la misión vivida así!

Hablando de Xavier, encontramos esta bella descripción de su vida en un retiro espiritual dado por Conforti: “Mi vida es Cristo”, decía el apóstol. En esta palabra está el secreto de la santidad. Unos son la imagen de su poder, otros de su humildad, otros de su mansedumbre y otros de su fortaleza. El cristiano es otro Cristo. Y esto lo vemos también en nuestro ilustre patrono san Francisco Xavier.

Hagamos una comparación entre él y Cristo, modelo de los predestinados, y veremos cómo fue una copia fiel de Cristo. Cristo vivió despegado de todas las cosas de la tierra, y Francisco Xavier, que por medio de una frase del Evangelio comprendió la nulidad de las cosas, se desprende de todo: de la familia, de la riqueza y abraza la pobreza de Cristo. La vida de Cristo se resume en aquellas palabras dichas por Él: “¿No sabían que Yo tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre?” (Lc 2,49). Francisco tomó como lema de su vida: Para la mayor gloria de Dios. Busca una sola cosa: la gloria de Dios, dándolo a conocer a los que están en las tinieblas; por eso enfrenta viajes, peligros, las inclemencias de las estaciones, las persecuciones del enemigo del nombre cristiano.

Nosotros también debemos crecer en Jesucristo como quiere el apóstol: Busquemos  crecer cada vez más para alcanzar a Cristo. Con el bautismo, Él nos ha comunicado su vida, con la confirmación la ha perfeccionado, con la comunión la alimenta, con la penitencia la sana de la enfermedad y le da un nuevo vigor. En las almas santas, Cristo crece día tras día, hora tras hora. Cada obra buena, cada acto virtuoso hace crecer a Cristo en nosotros; sin embargo, las arterias por las que la vida de Cristo pasa en nosotros y se perfecciona son la oración y los sacramentos (1924, 3 de diciembre, Parma, Apuntes del retiro espiritual “San Francisco Xavier”, FCT 20, 256-258).

He aquí tres actitudes que nos ayudan a vivir la misión, según Conforti bajo el modelo de Xavier. En nuestra vida ordinaria, no aferrarnos a nada, vivir ese pleno desapego logrando así la libertad necesaria para trabajar solo por la gloria de Dios. Y como objetivo último: crecer en la imitación de Cristo. Una de las mayores satisfacciones que vivía en la misión de Burundi era exactamente esto: sentir que la misión me hacía crecer en Cristo. Nada más tenía importancia, solo trabajar para gloria de Dios y para crecer en Cristo. Qué dicha cuando la gente se acercaba y me decía: Gracias, padre, porque en ti encontré a Cristo. He ahí la herencia de Xavier que monseñor Conforti nos invita a seguir.

¿Y tú, cómo vives a diario tu fe? ¿Cuál es el objetivo último de tus obras? Concluyo este artículo con esta hermosa frase del retiro de Conforti: Francisco Xavier los ha precedido a ustedes con su ejemplo: imítenlo y tendrán parte de la gloria inmortal que ahora lo rodea en el cielo (íbidem).