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P. Marco Moro s.x.

La religiosidad del pueblo acarense

Mi primera experiencia misionera, de 1991 a 1997, fue en el municipio de Acará, en la parroquia San José, en la diócesis de Abaetetuba, en el estado de Pará al norte de Brasil en la inmensa región amazónica. Acará es el nombre de un pez muy sabroso para comer.

Como la mayoría de los grandes países del mundo, Brasil aloja muchas creencias diferentes y prácticas religiosas. Debido a su diversidad cultural y su tradición colonial, el país cuenta con un conjunto de ideales y afiliaciones religiosas, siendo uno de los países más religiosos del mundo. Según datos recientes, aproximadamente el 90% de los brasileños suele suscribirse a un ideal o afiliación religiosa, por lo que es el país más religioso de América del Sur, que, a su vez, es el continente más religioso del mundo. De hecho, solo el 1% de la población brasileña no cree en un Dios o en alguna otra forma de ser espiritual.

Aunque existen algunas minorías religiosas en Brasil, la mayoría de la población se adhiere a la fe católica romana. Según datos recientes, alrededor del 74% de la población brasileña se identifica a sí mismo como católica. Los practicantes de las diversas denominaciones protestantes constituyen el segundo grupo más grande de creyentes, que representa más del 20% de la población total.

Aunque en menor número, hay muchas otras creencias que conforman el panorama religioso brasileño. Estos incluyen el budismo, el islam, el judaísmo, el rastafari, y el sintoísmo, todos los cuales fueron traídos por los inmigrantes de Asia del Este, Europa del Este y Oriente Medio, además del rápido desarrollo de las sectas evangélicas. Sectas de origen estadounidense fundadas para contrarrestar la Iglesia católica romana y las demás Iglesias cristianas históricas reconocidas por su compromiso social y educativo y, por lo tanto, vistas como amenaza al poder oligárquico dominante. Además, muchas de las creencias antiguas siguen existiendo en Brasil. Antes consideradas satánicas las prácticas amerindias y afro-brasileñas están ahora bajo una categoría conocida como espiritismo. En Brasil, dos de las más grandes de estas prácticas se conocen como Umbanda y Candomblé.

En la parroquia San José de Acará

La fe, la espiritualidad y la religiosidad popular que viví con el pueblo de Acará, consistían en las prácticas litúrgicas y sacramentales oficiales; se desarrollaba en el aspecto devocional, mandas o peregrinaciones, para la obtención de la protección de Dios, entre otras cosas.

Para un 10% de los católicos la fe se volvía un compromiso concreto para mejorar a nivel sociopolítico la vida de muchos. La solemnidad del Corpus Christi, el Viernes Santo, la importancia de los santos, como intercesores ante Dios, considerados muy milagrosos y la devoción mariana, siempre han sido elementos importantes dentro de la tradición del pueblo de Acará.

El Cirio de Nazaret, al cual participan miles de personas en la ciudad de Acará, es la más fuerte devoción mariana del pueblo católico. Todas estas celebraciones son acompañadas de cantos, oraciones, bailes y, luego, después de la celebración religiosa se disfruta una comida y un refrigerio todos juntos como comunidad. Otro aspecto era la celebración diaria de la Santa Misa a las 6 de la mañana; era muy concurrida y, luego, las personas salían a sus milpas para trabajar. Entre los límites de la religiosidad popular se encuentra una tendencia a la mentalidad mágica. Me sucedió que, una vez, una mamá me pidió que sanara a su hijo poniéndole la llave del sagrario en la boca. Lo hice con gusto, aunque aproveché para decirle que tenía que ir a ver al doctor, le entregué una oración para la salud de su hijo y la invité a que me volviera a visitar porque quería catequizarla. Tal vez, intuyendo esta intención de mi parte, nunca más regresó a verme. Sin embargo, se fue contenta.

Conclusión

La fe, la espiritualidad y la religiosidad del pueblo acaraense es sencilla, práctica y de mucha devoción. Sin ellas la vida sería más dura, casi imposible, porque le faltaría la esperanza, en un futuro mejor, que estos elementos le brinda.

Leonardo Boff escribía: Toda religión es el ropaje sociocultural de una fe, de un encuentro con Dios. En el interior de la religión se articulan los grandes temas que mueven las búsquedas humanas: qué sentido tiene la vida, el dolor, la muerte y qué podemos esperar después de esta cansada existencia. Su objetivo es evocar, alimentar y animar la llama sagrada del espíritu que arde dentro de las personas, a través del amor, la compasión, el perdón y la escucha del grito del oprimido, sin dejar de lado la cuestión del sentido final del universo. Por lo tanto, no es poca cosa lo que está en juego con la religión y la religiosidad. Lo único que no desnaturaliza la religiosidad es la práctica que potencia la capacidad de amor, que nos ayuda a la auto-contención de nuestra dimensión de sombras, nos despierta a los mejores caminos que realizan la justicia para todos, garantiza los derechos de los pobres y nos vuelve no solo más religiosos, sino fundamentalmente más humanos.

Eso vi, aprendí y amé de la fe, espiritualidad y religiosidad del pueblo de Acará. Un día espero regresar y quedarme con este pueblo. Dios me ha bendecido, protegido y amado a través de este pueblo que agradezco desde lo hondo de mi corazón.