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P. Rubén Macías s.x.

Anunciar a Cristo en un mundo violento

El pasado 24 de marzo, celebramos la Jornada en Memoria de los Misioneros Mártires, en esta ocasión el papa Francisco, durante el rezo del Ángelus, recordaba que, en el año 2018, en todo el mundo, han sido asesinados cuarenta misioneros, casi el doble que en el año precedente, sin contar los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos. Hoy por hoy, la acción misionera se vive en un continuo peligro.

En este año 2019, la situación sigue empeorando; el 20 de mayo de este año, fue decapitada la religiosa Inés Nieves Sancho en República Centroafricana. Sin embargo, no se trata de un hecho aislado, sino del crimen número 13 contra cristianos en África en los primeros 20 días del mes de mayo. La muerte de la religiosa de setenta y siete años, ha sido el último ataque a cristianos que ha tenido lugar en África. Esta religiosa pertenecía a la Congregación de las Hijas de Jesús y trabajaba en República Centroafricana desde hacía más de veinticinco años.

La religiosa apareció decapitada en la sala en donde enseñaba a las jóvenes de la zona a coser. El obispo de Bangassou, en República Centroafricana, el español monseñor Juan José Aguirre aseguró que todavía se desconoce a los autores del crimen y sus motivaciones, pero señala la posibilidad de que la religiosa hubiera podido ser víctima de la brujería.

Sin embargo, el asesinato de esta religiosa no se trata de un hecho aislado en África, ya que tan solo en el mes de mayo, trece cristianos fueron asesinados en este continente.

El 19 de mayo en Beira (Mozambique), el padre Landry Ikwel, de treinta y cuatro años y perteneciente a la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús, fue asesinado con un machete.

Un día después, el 20 de mayo, hombres armados entraron en una iglesia en Burkina Faso y asesinaron al padre Simeon Yampa y a cinco fieles.

El 17 de mayo el misionero salesiano español Fernando Hernández, de sesenta años, fue asesinado por un antiguo trabajador del colegio que dirigía el religioso.

Finalmente, el 13 de mayo cuatro personas fueron asesinadas durante una procesión de la Virgen de Fátima en Burkina Faso. Hombres armados asaltaron a los participantes de la procesión en la zona de Singa, y asesinaron a cuatro adultos y profanaron la imagen de la Virgen que se portaba en la procesión.

Ciertamente estas noticias nos interpelan, no para darnos miedo, sino para enfrentar esta realidad que, desde las primeras comunidades cristianas se vivía: anunciar al Cristo muerto y resucitado dando testimonio con la propia sangre. En el Ángelus del 24 de marzo el Papa decía: Recordar este calvario contemporáneo de hermanos y hermanas perseguidos o asesinados por motivo de su fe en Jesús es un deber de gratitud de toda la Iglesia, pero también es un estímulo para testimoniar con valentía nuestra fe y nuestra esperanza en aquel que, desde la cruz, derrotó para siempre el odio y la violencia con su amor.

Ante esta ola de violencia contra los misioneros, debemos pues aumentar nuestra oración por ellos y nuestro apoyo, pero también debemos unirnos a la acción del Espíritu que en ellos anuncia la verdad de Cristo a este mundo violento, por ello estamos llamados a testimoniar, también nosotros con la misma valentía, ahí donde vivimos, donde trabajamos, en nuestros hogares, en nuestra sociedad, el evangelio del amor, de la paz, de la justicia, del respeto. Tenemos que derrotar este mundo de violencia con el amor, como nos recuerda el Papa, pero esta batalla no la podemos enfrentar desde la pasividad, sino en la lucha continua utilizando las armas del amor que son la tolerancia, la paciencia, el respeto, el diálogo, la verdad y la proclamación de Cristo como Salvador de este mundo.