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P. Jesús Tinajera s.x.

Alegría por la hospitalidad

Manténgase en el amor fraterno. No dejen de practicar la hospitalidad, pues saben que algunos dieron alojamiento a ángeles sin saberlo (Hb 13,1-2).

 La Carta a los Hebreos está llena de recomendaciones para vivir en el amor al prójimo. El amor fraterno es el mandamiento que Jesús nos da en su Última Cena: Ámense los unos a los otros, como Yo los he amado (Jn 15,12). También san Juan escribe: Si uno dice “Yo amo a Dios” y odia a su hermano, es un mentiroso. Si no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. Pues este es el mandamiento que recibimos de Él: el que ama a Dios, ame también a su hermano (1Jn 4,20-21). Una expresión del amor al prójimo es, precisamente la hospitalidad. Ser hospitalario con los hermanos es un mandamiento divino.

No dejen de practicar la hospitalidad

Abraham recibe en su casa a Dios mismo que lo visita: Yahvé se presentó a Abraham junto a los árboles de Mambré mientras estaba sentado a la entrada de su tienda, a la hora más calurosa del día. Al levantar sus ojos, Abraham vio a tres hombres que estaban parados a poca distancia. En cuanto los vio, corrió hacia ellos y se postró en tierra, diciendo: “Señor mío, si me haces el favor, te ruego que no pases al lado de tu servidor sin detenerte. Les haré traer un poco de agua para que se laven los pies y descansen bajo estos árboles. Les haré traer un poco de pan para que recuperen sus fuerzas, antes de proseguir su viaje, pues creo que para esto pasaron ustedes por mi casa”. Ellos respondieron: “Haz como has dicho” (Gn 18,1-5). Este relato nos dice claramente al inicio, que es Dios quien visita a Abraham. Sin embargo, señala con detalle que se trata de tres hombres. Una alusión a Dios Trinidad; pero, sobre todo, una alusión a la hospitalidad que damos a Dios cuando recibimos en nuestra casa a cualquier persona, y la vemos siempre como nuestro hermano o hermana. El entusiasmo de Abraham y de Sara por acoger a estos tres personajes ha dado sin lugar a dudas, las pautas para comprender el comportamiento de muchas culturas frente a la presencia del extranjero. Ser hospitalarios se ha convertido evangélicamente en una síntesis de las obras de misericordia: Dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, dar posada al peregrino (cfr. Mt 25,35).

Algunos dieron alojamiento a ángeles sin saberlo

El artista ruso Andrei Rublev, representa la hospitalidad de Abraham recibiendo a los tres hombres sentados a la mesa, y atrás se aprecia lo que pudiera ser la casa de Abraham. Aunque el texto diga que son tres hombres, Rublev pinta tres ángeles, expresando así la realidad de que Dios es espíritu puro. Sin embargo, creemos que el hombre guarda en sí la imagen de la divinidad. Es tal vez, esta gran verdad, que permite que, en muchas culturas, se reciba con gozo a todo extranjero. La Biblia nos dice que el ser humano ha sido creado a imagen de Dios, pero ciertamente está formado de cuerpo y alma. El alma que es espiritual nos asemeja a los ángeles. La alegría que nace de la hospitalidad comporta, entonces, una doble dimensión: humana y a la vez divina.

Para reflexionar

¿He pensado en la hospitalidad como una ocasión para recibir a Dios, en el extranjero o peregrino que viene a mi casa? ¿Cómo explico el misterio de la alegría del corazón, que brota espontánea, por el hecho de recibir a un hermano?