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P. Jesús Tinajera s.x.

Alegría por hacer el bien

Una cosa es cierta, y en ella debes insistir: los que creen en Dios han de destacarse en el bien que puedan hacer. Ahí está lo bueno y lo que realmente aprovecha a la sociedad (Tt 3,8).

Hacer el bien, forma parte de la vida. Quien cree en Dios, se esfuerza por hacer siempre el bien; sin embargo, este esfuerzo significa un combate de todos los días contra nuestra naturaleza humana, inclinada desde su origen, hacia el mal. El apóstol san Pablo, escribiendo a Tito, a propósito de hacer el bien tiene la convicción de que, creer en Dios, lleva consigo la obligación de hacer siempre el bien: Los que creen en Dios han de destacarse en el bien que puedan hacer.

El cristiano al igual que Cristo, pasa por este mundo haciendo el bien

Una mirada a Cristo, en los Evangelios, nos deja muy entusiasmados para vivir como Él. Toda su bondad está en una constante acción. Con justa razón, san Lucas en el libro de los Hechos de los Apóstoles, escribe: Jesús de Nazaret fue consagrado por Dios, que le dio Espíritu Santo y poder. Y como Dios estaba con él, pasó haciendo el bien… (Hch 10,38). Las recomendaciones que Jesús nos da, están orientadas a ejercitar nuestra bondad a ejemplo de Dios, nuestro Padre. Es cierto que es muy difícil, como humanos, alcanzar la perfección divina que Jesús nos pide. Difícilmente podremos igualar la bondad de Dios en todos nuestros actos; sin embargo, por el hecho de tener nuestra mirada y nuestra confianza puestas en Él, nuestro modo de actuar ha de ser diferente de aquellos que no creen en Dios.

Hacer el bien, es el camino para una sociedad más humana

El corazón del hombre, que se inclina por hacer el bien, busca en efecto, el desarrollo de su entorno. Es haciendo el bien que los pueblos progresan; es haciendo el bien que el ser humano crece como persona y aumenta la fraternidad favoreciendo, además, el camino a sociedades más justas. La alegría de hacer el bien es una experiencia única, de una trascendencia casi paradoxal, ya que el hombre por su naturaleza se inclina al mal; el hombre guiado por su propia conciencia, aunque no se deje guiar por los preceptos divinos, descubre por sí solo la necesidad de hacer el bien, y lo que vive como experiencia en este acto de bondad, lo motiva a continuar por el mismo camino, ya que las satisfacciones y alegrías por hacer el bien, lo hacen descubrirse con una capacidad alterna a lo que la naturaleza humana lo empuja: hacer el mal. Un acto de bondad de quien no cree en Dios, es el camino para ir al encuentro de uno mismo y, por ende, para ir al encuentro con Dios. Para quienes creen en Dios, la bondad que se ejerce, haciendo el bien, es un don, no personal, sino para la humanidad, pues gracias al cúmulo de actos de bondad, crecen las sociedades humanas en justicia y fraternidad.

Para reflexionar

¿Has pensado en la trascendencia de todo el bien que has ejercitado en tu vida pasada?

¿Con qué sentimientos imaginas tu corazón, viviendo como Cristo cada día, que pasó por este mundo haciendo el bien?