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P. Juan Juárez s.x.

Una golosina favorita

Recuerdo que, en la convivencia del preseminario, dentro del horario había un tiempo llamado lectura espiritual, en el cual leíamos algunos libros sobre la vida de algunos misioneros xaverianos. Una de las anécdotas que todavía recuerdo, es la que cuenta el padre Aurelio Cannizaro, en su libro Entre los primitivos de Mentaway.

El padre Aurelio cuenta que, en uno de sus primeros recorridos apostólicos por aquellas tierras, un día un niño llamado Abidán, se le acercó ofreciéndole un gusano blanco y gordinflón, haciéndole señas de que lo comiera. El padre creyó que el niño se estaba burlando de él, y con un golpe brusco lo quitó de aquella pequeña manita. El gusano no alcanzó a llegar a la tierra, cuando otro niño que estaba al lado lo agarró e inmediatamente se lo comió con gran satisfacción.

En ese momento el padre se dio cuenta de su error, Abidán le estaba ofreciendo una golosina muy apreciada por los niños de aquel lugar. El padre Aurelio, para remediar su error le regaló la medalla de la Virgen que llevaba al cuello, la cual Abidán la recibió con gran alegría.

Cuando se conocen lugares diferentes de donde se ha nacido, aun cuando sea en el propio país, uno se da inmediatamente cuenta que hay formas de vida muy diferentes. Es por eso que a nosotros los misioneros cuando somos destinados a una misión en un país donde vamos por primera vez, se nos da un tiempo para conocer las costumbres y los valores con quienes vamos a convivir.

Este tiempo nos permite conocer la manera cómo las personas muestran su amistad y hospitalidad, y poner atención para que, con nuestro comportamiento no sea interpretado como una falta de cortesía o de respeto, desde acciones tan sencillas como el comer o la manera de saludar.

En los países de misión, no es raro, encontrar a personas generosas que te invitan a su casa y te ofrecen lo mejor que pueden. Y algunas veces por ignorancia, o por apego a la propia cultura no se valora ese gesto de amistad que están teniendo contigo. Esto me lleva a reflexionar, que un aspecto de la verdadera amistad no se trata de solo apreciar al otro porque es igual a mí, sino también apreciar lo que es importante para el otro. Me acuerdo de una persona que vino a hablar conmigo y estaba muy molesta, porque su amigo no había aceptado la ayuda que ella consideraba que era lo mejor para solucionar la situación que estaba viviendo.

Estamos viviendo un mes en que se celebra el día del amor y la amistad, muchas personas a través de un regalo expresarán a sus seres queridos el cariño que les tienen. Una acción que parece tan simple, en la realidad no lo es tanto, ya que para que una persona no acepte un regalo por pura educación, significa que uno conoce a la persona y sabe lo que le gusta o es importante para ella, aun cuando sea su golosina favorita.

En este mes queremos agradecer a todas las personas que nos han brindado su amistad, pues su cercanía y hospitalidad, nos han animado a seguir nuestra vocación de anunciar a Cristo para fomentar la fraternidad universal.