Skip to main content
Raffaello y Margherita

El amor que se transforma y se multiplica

Nuestra familia es pequeña, está formada por el papá Raffaello, la mamá Margherita y nuestra hija Viola de nueve años y, aunque pueda parecer extraño, ella para nosotros es lo más extraordinario del mundo.

Mi esposo y yo nos conocimos hace unos veinte años en la universidad, ahí nos encontrábamos, nos cruzábamos y nos confrontábamos todos los días. De este modo entendimos que juntos podríamos ser mejores que estar solos. Así que, sin muchas declaraciones o incertidumbres, nos casamos e inmediatamente nos dimos cuenta que para nosotros la mayor alegría sería construir nuestra propia familia. ¡La idea de crear algo nuestro nos parecía maravillosa!

Éramos conscientes de la incertidumbre del futuro y de los cambios que el tiempo podría traer a cada uno de nosotros, pero si nuestro amor era tan profundo como creíamos, teníamos que arriesgarlo todo y abandonarnos por completo el uno al otro, porque pensamos que quienes temen, se resisten y no arriesgan, nunca podrán ganar.

Después de tres años de matrimonio, nació Viola y fue lo que completó nuestro amor. A decir verdad, estábamos muy bien solos, éramos jóvenes y enamorados, salíamos, teníamos muchos amigos casi todos sin hijos y nos divertíamos, pero a pesar de todo esto, ¡no estábamos completos!

Vivir sin hijos nunca fue parte de nuestro proyecto, un regalo tan grande como nuestro amor tenía que ser compartido con otra persona para que no se enfriara y para que no perdiera sentido, como sucede actualmente con tantas parejas que viven su relación encerrados en su nido de amor, pero que a la larga ese amor se enfría y la relación de pareja pierde su naturaleza.

A fin de cuentas… nos casamos para hacer una familia ¿no? Lo deseábamos y soñábamos y, afortunadamente, ¡nuestro bebé llegó!

¡Nuestra vida cambió de inmediato desde que supimos del embarazo y mientras mi bebé se iba desarrollando, crecían las expectativas, los sueños, los temores y las pesadillas se alternaban!

En un primer momento solo existíamos nosotros y nuestra relación, pero después del primer ultrasonido ella estaba ahí y ¡solo ella para los dos!

Durante los primeros años después del nacimiento de nuestra hija nos enfocamos solamente a ella, descuidando inevitablemente nuestra relación de esposa y esposo. Esta situación absorbió todas nuestras energías físicas y mentales. Nuestra relación se hizo menos exclusiva y si al principio este comportamiento generó cierta tensión e incomprensión, con el pasar del tiempo nuestro amor se volvió más tolerante y encontramos un nuevo equilibrio.

Era como si nuestro amor hubiera renacido con el nacimiento de Viola, como una flor que se abre y genera el fruto, es decir se transforma y multiplica.

Desde nuestra experiencia de ser padres, no creemos que exista realmente alguien que no quiera tener hijos solo por puro egoísmo porque, se está bien así…

Creo que si alguien duda en ser papá o mamá es principalmente por el miedo de no estar a la altura de la situación, el miedo a no saber cómo ser un buen papá o buena mamá.

Muchas personas están condicionadas por el sufrimiento experimentado por el fracaso del matrimonio de sus padres o el no haberse sentido lo suficientemente amadas, están desilusionadas del amor y desconfían de sí mismas y de los demás.

Quisiéramos sugerir a las parejas jóvenes que como regla fundamental se tengan respeto mutuo, se confronten e intercambien su parecer en cada problema que tengan y en cada decisión que tomen. Es inevitable que, con el tiempo, quién por una cosa y quién por otra, tenga que aceptar o ceder ante un compromiso o una decisión. De esta manera, la familia trabajará como un equipo donde cada jugador tiene un mismo objetivo: la concordia familiar y el amor recíproco.

Cuando estamos solos somos capaces de amar, pero no lo suficiente; cuando uno se siente amado es cuando aumenta en uno el poder de amar y esto pasa con las parejas que engendran hijos, son más fuertes y más capaces de superar sus diferencias.

En conclusión, creemos que el amor es lo que todos buscamos y lo que nos gustaría dar a nuestros hijos, pero el amor se cultiva y necesita tiempo para crecer. Creer que soy capaz y que tengo las habilidades y las cualidades para amar y ser amado nos hace invencibles y capaces de superar obstáculos inesperados.