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Juan Juárez

La puerta de la humildad

Aquella mañana, Germán se levantó muy temprano para trabajar en su campo, pues no quería llegar tarde a la casa de su amigo rico que lo había invitado a su cumpleaños y le había dicho que iba a ser su invitado de honor. Cuando vio su reloj, se dio cuenta que ya era demasiado tarde, para regresar a su casa para cambiarse. Decidió ir con su ropa de trabajo a la comida, pues sabía que su amigo no soportaba la impuntualidad. Cuando llegó, nadie le hizo caso, lo mandaron a comer a la cocina.

 

Visto aquello, Germán volvió a su casa, se bañó y se puso un traje. Cuando llegó nuevamente a la fiesta, todo mundo lo saludaba, su amigo lo sentó a su lado y lo presentó como uno de sus mejores amigos. Le llevaban los mejores manjares, y Germán los metía en las bolsas de su traje diciendo: come querido traje. Al ver esto su amigo sorprendido le preguntó: “¿Por qué haces esto?”. Germán le contestó: “Hace un rato vine con mi ropa de trabajo y ni siquiera me saludaste, ahora que vengo vestido de traje, me sientas a tu lado, lo que me ha llevado a pensar que el verdadero invitado de honor, no soy yo, sino la ropa que llevo”.

Falta poco para celebrar la Navidad. Viendo cómo Dios ha querido dársenos a conocer naciendo en una gruta, nos debería llevar a reflexionar cómo podemos encontrar a Dios. Pues muchas veces caemos en la tentación de creer que, para tener una verdadera experiencia, es necesario que Él se manifieste a través de hechos extraordinarios, de sentir bonito.

Pero Dios siempre nos sorprende y se nos manifiesta en la humildad de las pequeñas cosas de todos los días. Quizás la palabra humildad, no nos guste mucho porque tengamos la idea de que se refiere a no valorarse, a dejarse humillar por los demás. Pero si vamos al origen, se dice que proviene de humus, es decir tierra. La humildad sería entonces aquella virtud que nos hace poner los pies en la tierra. La humildad es la virtud que nos ayuda a reconocer nuestras cualidades y defectos, a reconocer que tenemos necesidad de los demás, y que nos podemos equivocar, con todo lo que conlleva, como saber que no siempre tenemos la razón y reconocer nuestros errores.

Si queremos encontrarnos con Dios tenemos que ser humildes, para qué dejarnos sorprender como lo hicieron los Reyes Magos, que, a pesar de ser unos sabios, supieron reconocer al Hijo de Dios, en aquel niño indefenso. Hay una cosa que llama la atención cuando uno visita la basílica de la Natividad en Belén, la puerta para entrar en ella no mide más de un metro y medio de altura, y es llamada la Puerta de la Humildad. En el muro uno inmediatamente se da cuenta que antes era más grande, se dice que se hizo de esta manera para evitar que se entrara a la iglesia a caballo.

Ojalá que este tiempo de Adviento nos ayude a seguir el camino que siguió Jesús, que siguió María, para dejarle espacio a Dios en nuestra vida, y aun cuando no tengamos la posibilidad de visitar la basílica de la Natividad, podamos pasar por la puerta de la humildad, que nos ayude a valorar a los demás no por lo que visten, sino despojarnos de nuestro orgullo, que nos ayude a estar más cerca de los demás y el Señor también pueda hacer en nosotros maravillas.