Skip to main content
P. José Luis Castillo s.x.

Parece fácil ser cristiano

En la historia de la Iglesia, tenemos muchos testigos de Cristo, que fueron capaces de dar todo por la fe en el único salvador: Jesucristo. Parece fácil ser cristiano, pero imaginemos serlo en un país donde el cristianismo es perseguido y no poder expresar públicamente la fe, no poder hacer lo que nosotros normalmente hacemos (ir a misa los domingos, hacer procesiones, rezar el viacrucis, el santo rosario). Hoy veremos el caso de Sharon Masih de Pakistán, que nos hace pensar la difícil situación de un cristiano en tierra donde no aceptan el cristianismo.

Sharon Masih tenía tan solo quince años. Había pedido a su familia y a sus profesores que le dieran la posibilidad de cambiar de escuela, pues sus compañeros le habían sometido a todo tipo de amenazas por un motivo: era cristiano.

El 30 de agosto de 2017 la situación degeneró. En esa ocasión, muchachos de su clase lo tomaron por la fuerza y lo llevaron a un lugar apartado donde comenzaron a golpearlo mientras le decían: ¡O renuncias a ser cristiano o te matamos! El muchacho, que ya había recibido esta amenaza, respondió como en otras ocasiones, con un no, apagado por el dolor de los golpes que comenzaron a darle sus compañeros enfurecidos, hasta dejarlo tirado en la tierra ya sin vida.

La crónica de su martirio fue publicada por la agencia misionera de la Santa Sede, fides.org. Mushtaq Gill, abogado que siguió el caso, explica cómo esta muerte constituye un terrible síntoma de la persecución cristiana en este país: La violencia comienza entre los pupitres, pues los libros de clase introducen en los alumnos odio e intolerancia contra los cristianos.

Así como él, hay otros cristianos de este lugar que sufren mucho por el hecho de ser cristianos, se ha mencionado el caso de Asia Bibi que ha pasado su novena Navidad tras los barrotes de una cárcel de Multan, acusada injustamente de haber blasfemado. En realidad, se había limitado a invocar el nombre de Jesús entre sus vecinas, mientras lavaba la ropa. Por desgracia, su caso no es aislado. Otros cristianos han vivido la Navidad en la cárcel, víctimas de la ley contra la blasfemia.

Como vemos, nosotros vivimos en un país donde podemos expresar y alimentar nuestra fe y ser testigos del amor de Dios; aprovechemos esta oportunidad para rezar por estos hermanos que sufren persecución y no desanimarnos ante las dificultades que encontramos día con día.

¡Que sea por todos conocido y amado, nuestro Señor Jesucristo!