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P. Guillermo Jiménez s.x.

Reacciones positivas ante el llamado

En el artículo anterior, vimos algunos casos de personas que responden positivamente al llamado que Dios les hace, en los cuales se les da un nombre nuevo que va en relación con la misión encomendada. Dios da una misión, envía, pero la persona enviada, ¿qué siente, cómo reacciona ante el llamado? Mucho depende de la misión encomendada y de la situación en la que se encuentre la persona. Veamos algunas vocaciones en la Biblia, concentrándonos en las respuestas positivas al llamado que Dios les hace.

Abraham, como ya vimos al inicio del año, estaba en camino, por iniciativa de su padre que muere en el trayecto (cfr. Gn 11,31-32), y escucha el llamado de Dios a continuar dicho camino; no hay ruptura sino continuidad, no opone resistencia y sigue en el camino en que se encontraba, llegando a la tierra que Dios le indicó. El problema viene en la realización de la promesa de que de él haría una nación grande (cfr. Gn 12,2), dado que su esposa era estéril y los dos de avanzada edad (como es en el caso de Zacarías e Isabel, en Lc 1,7). Por esta razón, Sara le propone a Abraham tomar a su esclava Agar para tener descendencia (cfr. Gn 16,1-4), pero Dios le dice que la promesa vendrá por medio de un hijo que Sara le dará (cfr. Gn 17,19.21).

En Moisés encontramos a una persona que trata de ayudar a su pueblo, pero fracasa por sus propios medios y tiene que huir del Faraón (cfr. Ex 2,11-15). Cuando Dios lo llama, pone resistencia porque comprendió que dicha misión es imposible para él (cfr. Ex 3,11). La misma sensación de incapacidad, ante la misión que Dios quiere encomendar, la encontramos en otros personajes bíblicos, y el caso más clásico es Jeremías (cfr. Jer 1,6).

El Evangelio de Lucas tiene las anunciaciones del nacimiento de Juan el Bautista y de Jesús, y en ambos casos se presentan cuestionamientos (Lc 1,18; 1,35). En el primer caso se habla del hombre y de la mujer, pero en el segundo no se tiene al hombre, por lo cual es comprensible la pregunta de María a quien se le da la respuesta y un signo, cosa que no sucede con Zacarías, quien queda mudo hasta el nacimiento del Bautista.

En el Evangelio según san Juan tenemos la vocación de uno de los apóstoles que pone la objeción para seguir a Jesús, ante la presentación que Felipe le hace diciendo: Ese del que escribió Moisés en la ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el hijo de José, el de Nazaret (Jn 1,45). La objeción de Natanael se deriva de su conocimiento de la Sagrada Escritura, por lo que pregunta: ¿De Nazaret puede haber cosa buena? Pero al dialogar con Jesús hace una profesión de fe: Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel (Jn 1,49).

Los cuestionamientos le llegan al ser humano, pero Dios se los resuelve a quien se le acerca y confía en Él.