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P. Pablo Torres s.x.

La vida es una peregrinación

Se hace camino al andar

Puede parecer algo sin trascendencia creer que una peregrinación a un santuario o a una basílica resulte algo grandioso, para algunos hasta puede resultar, incluso, algo inhumano o absurdo. Sin embargo, no lo es para la señora Emma Morosini, que a sus noventa y cuatro años aún sigue peregrinando hacia varios santuarios del mundo y en nuestro país llegó a la basílica de Guadalupe como una forma de oración y ofrecimiento. Originaria de Italia tiene esta bella tradición de caminar al encuentro de varias advocaciones marianas y de Cristo para ofrecer su sacrificio por el mundo, la paz y la juventud.

 

A esta mujer se le ha llamado ya con el apelativo la Abuelita Peregrina, y es que ella afirma, que la vida no es más que ir al encuentro con otras personas y seres para compartir experiencias y momentos, que en algún día pasarán a la memoria del pasado. Para muchos en nuestro país, las peregrinaciones son parte no solo de nuestra fe y nuestra cultura sino de la vida misma, en la que entendemos claramente que la vida es un camino que se debe recorrer, y que en la travesía el dolor y las dificultades aparecen, pero no deben ser motivo para abandonar nuestra meta a alcanzar.

Las peregrinaciones del pueblo tienen una sencillez que se puede comparar al peregrinar de la vida. En las peregrinaciones, sobre todo si hay que hacer un largo recorrido, el querer llegar puede más que lo reventado que se encuentre el cuerpo, la peregrinación fortalece la voluntad. Otro detalle interesante es que hay que viajar ligero, lo que debe acompañar el camino deben ser solo los elementos indispensables para el trayecto, ya que llevar cosas de más harían pesado el viaje. En este sentido, cuando en nuestra vida vamos cargando cositas en nuestro interior, no las soltamos y no nos reconciliamos, puede llegar el momento en que no podremos avanzar más, por ese peso que se ha vuelto insoportable.

La Abuelita Peregrina tardó cuarenta días en llegar a pie de Monterrey a la basílica de Guadalupe, pero la vida le ha concedido un viaje de vida más largo, ¡noventa y cuatro años se dicen fácil! Para el mexicano el caminar es una cultura y por eso no se debe olvidar que la fe es una de las cosas más valiosas que se tienen, ya que es ella que sostiene nuestra esperanza cuando todo pareciera a punto de derrumbarse. Esta Abuelita Peregrina nos invita a que a la vida no hay que darle la vuelta, no quedarse sentado, sino que hay que ponerse en marcha, alistarse para el viaje de la vida y sus misterios. Si tienes oportunidad visita un santuario, activa tu fe para ir a visitar a nuestro Señor, puede ser que te esté guardando una sorpresa.