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Hay un dicho que dice que la vida solo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero que solo puede ser vivida mirando hacia adelante. Y es verdad, si uno quiere saber quién es, tiene que ver de dónde viene, cuál es su pasado. Y si quiere aprovechar lo que la vida le ofrece es necesario desprenderse de todo aquello que no le permite ser feliz, para amar no lo que uno es, sino lo que puede llegar a ser, como diría don Quijote.

 

Pues en la vida se deberían evitar dos tentaciones, la primera quedarnos atrapados en el pasado, volviendo a recordar aquellos malos momentos que pasamos, por nuestra forma de ser o por el daño que nos han hecho los demás. No es raro ver a personas que viven llenas de sufrimiento, de rencor, de odio, provocado por experiencias vividas ya hace mucho tiempo. No fueron felices en el pasado y el pasado no las deja ser felices hoy.

La segunda tentación que debemos evitar es olvidar nuestro pasado porque no nos gustan las raíces de donde hemos salido, debido quizás a la situación económica, a la familia donde nos tocó nacer, a las costumbres que recibimos de nuestros padres, a nuestros errores o por sentir vergüenza de cómo éramos.

Pues uno de los errores que podemos cometer es, si la vida no nos ha sonreído como quisiéramos, pensar que esas malas experiencias nos han perjudicado y no nos han permitido hacer realidad nuestros sueños, pero si uno ve más allá, esas mismas experiencias, si nos reconciliamos con nuestro pasado, nos pueden servir para madurar.

Otro error que podemos cometer es pensar que todo lo sabemos, y por lo tanto, aquellas personas que tienen más edad que nosotros no nos pueden enseñar nada, porque vivieron una época diferente, pero, una mala noticia para los que piensan así, los jóvenes de todos los tiempos siempre han pensado lo mismo. Además escuchar aquellos que ya han recorrido más camino que nosotros en la vida, nos puede ayudar a evitar algunos errores, ya lo decía Cicerón, quien olvida su historia está condenado a repetirla.

Y en cierta manera es lo mismo que el papa Francisco recordaba a los jóvenes que se reunieron en Roma para dar sus aportaciones en preparación del próximo Sínodo de Obispos que tratarán el tema Jóvenes, fe y discernimiento. En su discurso inaugural les decía que fueran valientes, que salieran de la lógica del siempre se ha hecho así, dando un paso adelante pero sin olvidar las raíces. Y para el Papa esas raíces son los abuelos, los buenos ancianos.

Y es verdad, muchas veces en las familias, son los abuelos los que nos ayudan a mantener aquellos verdaderos valores que están más allá de cualquier cultura o época. Son ellos que con su experiencia nos ayudan a ver de otra forma nuestra vida. Nos ayudan a tener una identidad que nos permite saber que no estamos solos. Y porque, gracias a su experiencia, a sus buenas decisiones, en cierta manera han influido para que nosotros podamos llegar a donde estamos, ya que la vida es una carrera de relevos en la que una generación pasa la llama a la siguiente, y a veces las flores que anhelaron unos brotan en otros. Y el mérito de uno es de todos.