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P. Rubén Macías s.x.

Semilla confortiana de sinodalidad

El papa Francisco, en el discurso de apertura del Sínodo sobre la sinodalidad usaba tres palabras como claves para entender lo que el Espíritu Santo pide a su Iglesia hoy: “comunión, participación y misión”.

En la vida de san Conforti hubo un acontecimiento, ciertamente inspirado por el Espíritu Santo, donde vemos cumplidas de manera muy clara estas tres palabras claves que llevaron a la Iglesia italiana, del tiempo de Conforti, a vivir en sinodalidad, me refiero a la fundación y florecimiento de la obra misionera llamada en ese tiempo: Unión Misional del Clero (hoy llamada Pontificia Unión Misional). Me atrevo a considerarla como una verdadera “semilla confortiana de sinodalidad”.

El Espíritu Santo inspiró en el corazón de un sacerdote, Pablo Manna, miembro del seminario de Misiones extranjeras de Milán, la idea de fundar una obra misionera, a la par de la obra para la Propagación de la Fe, nacida en Francia y de la obra de la Santa Infancia. La finalidad era “implicar a los sacerdotes diocesanos en una más constante animación misionera entre los feligreses (comunión), de manera de llevar a cabo una acción de apoyo a las obras pontificias ya existentes” (participación). La idea del padre Manna era desarrollar en el pueblo cristiano el interés por las misiones (misión) y, “el medio más eficaz sería el de movilizar a los sacerdotes de todo el mundo, reuniéndolos en una “unión misional” …”.

Para lograrlo, el padre Manna necesitaba el apoyo de una persona “para llegar a los obispos italianos, y aún antes, para obtener el apoyo oficial de la Santa Sede”. El 25 de febrero de 1916 el padre Manna se entrevistó con Mons. Conforti, el cual abrazó con alegría la propuesta, y de inmediato se dedicó a promover dicha obra. El 31 de agosto de 1918 el arzobispo Conforti fue nombrado por el Papa primer presidente de la Unión Misional. Desde aquel momento fueron innumerables las intervenciones, las cartas, las circulares, los discursos, los congresos en los cuales él participó, presentándoles a todos, con convicción y calor apostólico, esa iniciativa providencial.

La Unión Misional se difundió muy pronto en toda Italia, tuvo su periódico oficial, la revista de cultura Studi Missionari e hizo muchísimo bien por doquier; cuando en 1927, Mons, Conforti dimitió de presidente de la misma, en Italia había 21,714 sacerdotes inscritos y se habían adherido hasta 277 diócesis. Tras la encíclica del papa Benedicto XV, Maximum Illud, la Unión se había difundido por todo el mundo. Por esta actividad suya en favor de la Unión Misional del Clero y por muchas intervenciones en el campo de la cooperación misionera, Conforti puede ser considerado como uno de los hombres que más contribuyeron al despertar misionero del siglo XX.

Pudiéramos decir aún más, pero por esta actividad y tantas otras, Conforti puede ser llamado también un sembrador de la semilla de la sinodalidad en la Iglesia de Italia y del mundo. Un hombre que entendió la necesidad de poner en comunión a todos los sacerdotes, les dio una estructura de participación y los lanzó así a la misión, desde sus parroquias.