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P. Marcos Garduño sx

Números que nos invitan a orar

El pasado mes de febrero, L’Osservatore Romano, periódico de la ciudad del Vaticano, dio a conocer el Anuario Pontificio 2022 y el Anuario Estadístico Eclesial 2020 que contienen diversas informaciones sobre la presencia de la Iglesia católica en el mundo.

 Este informe dice que de los 7667 millones de personas que viven en el mundo, el 17 % son católicos. Se confirma una tendencia que pone a África como el continente donde numéricamente más crece el número de católicos y de Europa como el continente donde más decrece la fe. América es el continente donde se encuentra el 48% de la población católica del planeta, mientras que en Asia el porcentaje total de católicos es de 11%. Los bautizados a nivel mundial han aumentado 16 millones.

 En un año hubo 4,117 sacerdotes menos: sea porque murieron (mayoría de los casos) o porque pidieron la dimisión del estado clerical o fueron dimitidos. Referente al número de sacerdotes por bautizados en Europa hay 1,746, en África 5,089 y en América 2,086 católicos por sacerdote.

En cuanto a los religiosos se refiere, el incremento se verifica en África (+1,1%), Asia (+2,8%) y Europa (+4%). En Oceanía decrecen en un -6% y -4% en América. De este modo, África y Asia suponen el 43% de los religiosos no sacerdotes. El 58% de las religiosas se encuentran en Europa y América. Un dato que llama la atención es cuanto al número de religiosas es que disminuyeron alrededor de 10, 500.

El número de seminaristas candidatos al sacerdocio disminuyeron en todos los continentes a excepción de África donde el número aumentó. En el último periodo alrededor de 2200 seminaristas dejaron el seminario. En África y en Asia se encuentran el 59 % de los seminaristas.

La finalidad de hacer llegar a ustedes estos datos de actualidad, no es simplemente presentar números, sino hacer reflexionar que aquello que decía Juan Pablo segundo en su encíclica Redemptoris missio de 1990, sigue siendo válido: La misión de Cristo Redentor, confiada a la Iglesia, está aún lejos de cumplirse. A finales del segundo milenio después de su venida, una mirada global a la humanidad demuestra que esta misión se halla todavía en los comienzos y que debemos comprometernos con todas nuestras energías en su servicio.

La mies sigue siendo mucha y los obreros siguen siendo pocos, por eso no dejemos de rogar al Dueño de la mies, que siga mandando trabajadores a sus campos. Pidamos al Dueño de a mies que nos ayude a los que hemos sido bautizados a tomar conciencia de nuestro compromiso de anunciar el Evangelio ahí donde vivimos y a poner todo nuestro esfuerzo para que en otras personas crezca su amor por la misión.