En el año 1000, surge en toda Europa, un estilo que integra elementos constructivos y culturales de Roma, Constantinopla y de los pueblos europeos del norte. Dicha expresión artística fue llamada Románico, nombre dado en referencia a la arquitectura romana. Es conocido como el primer estilo internacional en la historia del arte, pues logra reproducirse por todo el continente gracias a la influencia de los monjes benedictinos. Su abadía de Cluny (Francia) fundada en 910, fue modelo de vida monacal, cultural y de arquitectura de vanguardia para sus futuras fundaciones.

El Románico nace como un estilo meramente religioso, pero logra trascender más allá de las abadías influyendo notablemente en la construcción de castillos y complejos militares. Se cree que fueron monjes eruditos los que se dieron a la tarea de conceptualizar y armonizar todo un arte sagrado que perduró tres siglos. Es una época donde el canto gregoriano logra su máxima expresión.

Son edificios construidos enteramente de piedra para evitar su destrucción a causa de los incendios. Los muros son gruesos llegando a medir 2 metros de ancho. Las ventanas son pocas para evitar debilitar los muros que soportan los pesados techos de piedra. El efecto de poca luz en su interior es de un misticismo que invita al recogimiento y a la contemplación.

Por primera vez se inicia la construcción de templos en forma de cruz latina, haciendo alusión al cuerpo de Cristo crucificado. Se deja a un lado el gusto por la decoración griega prefiriendo la utilización de formas simples pero cargadas de un profundo sentido simbólico y evangelizador. El altar es dirigido al oriente que es el lugar del sol naciente.

Los mosaicos utilizados en las basílicas dan paso a la pintura con la técnica llamada fresco, quizás más económico, pero suntuoso de igual manera.

El camino a Santiago de Compostela, es un claro ejemplo de una Iglesia peregrina que se integra en las comunidades dejando a su paso los más bellos ejemplos de templos románicos de todo el continente europeo.