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Leonan B. de Souza

Dios me hizo llegar aquí

Hola, queridos lectores. Los saludo desde la comunidad xaveriana de Ananindeua, Pará, al norte de Brasil, deseándoles las bendiciones de Dios.

Nuestra comunidad, siguiendo el camino que nos ha propuesto el Papa de caminar juntos esta buscado construir un espíritu de familia, más sencillo, que nos permita un contacto más cercano con las personas que nos encontramos y cultivar una oración más conectada con la vida.

Tratamos de vivir nuestra misión, dando testimonio a través de la convivencia, el diálogo y la toma de decisiones que nos permite ver y escuchar al otro, su realidad, discernir los que Dios quiere de nosotros, que nos permita tener una mayor sensibilidad de las luchas y aspiraciones de quienes más nos necesitan.

La realidad actual nos provoca a que tomemos decisiones que vean el bien común y el proceso formativo que tenemos en nuestra comunidad nos ayuda a no tener actitudes de condenar o juzgar al otro, sino percibir los signos de la presencia y la acción del Espíritu Santo en todo y en todos, ya que en la medida que reconocemos la acción del Espíritu Santo, somos capaces de aceptarnos, de apoyarnos y de alegrarnos con los otros.  Un ambiente así, nos ayuda sentir vivo nuestro carisma, a conocernos más humana y espiritualmente, cultivar el sentido de pertenencia a la familia e identificarnos cada vez más con la espiritualidad y misión de los xaverianos.

Grandes sueños siguen alimentando nuestras esperanzas, y para hacerlos realidad buscamos que en nuestra vida se manifieste nuestro deseo de “caminar juntos”. Actualmente, nuestra comunidad es compuesta por los padres René Casillas y Paolo Andreolli, el hermano Oswaldino Perdigão y los seminaristas: Bruno Oliveira, Diego Miranda, Fábio Mendes, Ivaelton Cunha, Kelisson Amorim y Leonan Souza. Para vivir en comunidad tratamos que nuestra convivencia sea fraterna, para evitar la tentación del aislamiento, las relaciones frías, funcionales o por interés para obtener un resultado.

Ante las diferentes situaciones que se nos presentan, es importante subrayar que este deseo que tenemos de vivir la sinodalidad, de caminar juntos, se traduce en una disponibilidad constante de aceptar y dejar que la novedad del Espíritu sea la que nos motive tanto personal como comunitariamente, para que este mismo Espíritu recree, renueve, reinvente nuestra vocación y opción de vida, estando atentos a los signos de los tiempos, comprometidos con la realidad y en comunión con la Iglesia.

Sabemos que para que estos sueños se sigan haciendo realidad, mucho depende de nosotros, dando pasos pequeños pero seguros, siendo coherentes con el camino que queremos recorrer en la alegría del seguimiento de Jesucristo e inspirados en nuestro fundador san Guido María Conforti, para ser promotores de unidad.

 Para mí en particular, san Guido, me sirve de inspiración para querer también yo dedicar mi vida a la misión, ya que me enseña a buscar mi conversión personal y comunitaria permanentemente.

Quisiera compartir con ustedes mi experiencia con la comunidad donde actualmente vivo, aunque mi historia con la Familia Xaveriana viene de más atrás cuando el padre Giovanni Frizzo me bautizó en 1990. Pero fue hasta el año 2019 cuando comenzó mi discernimiento vocacional con los xaverianos que terminó con mi ingreso a la comunidad.

En este período he vivido profundas experiencias con la misión, con el carisma y con la espiritualidad xaveriana, a través del proceso formativo que me ha permitido crecer humana y espiritualmente, a pesar de las dificultades que tuve al principio para adaptarme a esta nueva realidad, sobre todo a la vida comunitaria.

 

Este crecimiento ha sido posible gracias a las herramientas que se nos proporcionan en nuestra formación como es el Proyecto Comunitario de Vida, el Proyecto personal, el coloquio con el formador, el acompañamiento sicológico, el acompañamiento espiritual, la confesión, la meditación, la oración, la fraternidad, las actividades pastorales y sociales. Estas actividades son instrumentos que me ayudan en los momentos de crisis, a volver mi mirada y tomar conciencia que si he optado este estilo de vida es porque Dios que me hizo llegar aquí, que me invitó a seguirlo por este camino. Otro instrumento que me ha ayudado son los encuentros formativos, donde se nos presentan temas que nos orientan sobre la realidad que estamos viviendo.

Adaptarme a lo nuevo para mí, siempre es un reto, pero me permito afrontarlo con gran serenidad, libertad y conciencia, para seguir caminando.