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P. Rubén Macías s.x.

La visión de Conforti sobre la Iglesia

Estimados hermanos lectores, continuamos nuestra reflexión sobre la “sinodalidad” de la Iglesia y el aporte que, San Guido María Conforti nos ofrece en su manera de vivir dentro y al servicio de la Iglesia. Hoy quisiéramos preguntarnos: ¿Cuál es la visión que Conforti tenía sobre la Iglesia? ¿Cómo la definía? Él, un obispo diocesano, pero al mismo tiempo fundador de una congregación misionera, ¿cómo entendía su trabajo en favor de la Iglesia local, su diócesis y la realidad de los no cristianos hacia los cuales enviaba a sus misioneros?

Nos vamos a basar sobre todo en las lecciones que dio en 1920 en la Catedral de Parma, al tratar el tema del Credo (Cfr. FCT 17,313-351). En estas catequesis, como en otros de sus escritos, Mons. Conforti manifiesta un entrañable apego al Papa, un gran amor hacia el Pueblo de Dios, hacia la Iglesia y una pasión ilimitada por la dilatación también de sus confines visibles, ya que, al quedarse fuera de ella de manera culpable, “no hay salvación”. 

Cierto que Conforti es hijo de su tiempo y su doctrina está muy ligada a la idea que se tenía sobre la Iglesia en su tiempo, pero también supo mostrar la novedad que toda persona guiada por el Espíritu sabe aportar. De hecho, Mons. Conforti acepta la teoría de la Iglesia “como cuerpo” del cual forman parte los bautizados, y de la “Iglesia como alma” de la cual forman parte los pueblos, en su universalidad, ya que siguen los dictámenes de la razón, de la conciencia, de la bondad natural por ser creaturas de Dios. Esta visión última marcaba una evolución en la eclesiología de su tiempo.

Presento dos afirmaciones que llaman la atención. Para Conforti, “la iglesia no es solo una institución divina de carácter sobrenatural, sino que es una exigencia de la naturaleza humana”, algo querido por Dios en su infinito amor que viene a satisfacer “nuestros instintos naturales”. Conforti está convencido que Cristo en el orden sobrenatural tuvo en cuenta la naturaleza de los seres, sus necesidades y sus procesos, por ello les dio la Iglesia. Puesto que el ser humano es por naturaleza un ser sociable, tanto en el orden de la naturaleza, como en el orden de la gracia, es necesario que viva su fe en Iglesia. Dios la instituye y le da una misión particular con el fin de llevar al ser humano hacia Él.

Una segunda afirmación tiene que ver con la misión universal de la iglesia. En su tiempo se sostenía la teología de san Cipriano que afirmaba que “fuera de la Iglesia no había salvación”. Conforti no “encajaba” tanto en esta visión, según él, Dios no puede mentir afirmando que quiere salvar a todos y luego no realizar su salvación. En una homilía, durante estas catequesis afirmaba tajante: “Cuando decimos que fuera de la iglesia no puede haber salvación, nos referimos únicamente a aquellos que después de conocer la verdad, el deber de pertenecer a la iglesia, voluntariamente se niegan a entrar en su seno”. Ciertamente en estas palabras se preanunciaba toda la teología eclesial del Vaticano II. Conforti es coherente en su visión de la Iglesia como instrumento de salvación para toda la humanidad y su carisma misionero, padre de una congregación entregada a la evangelización de los no cristianos.