Skip to main content
P. Juan Juárez s.x.

Recordar es vivir

Durante estos últimos meses, hemos celebrado el jubileo del primer centenario de la aprobación de nuestras Primeras Constituciones y de la Carta Testamento. Este acontecimiento ha coincidido con el décimo aniversario de la canonización de san Guido, celebrada en la plaza de san Pedro en el Vaticano el 23 de octubre del 2011.

Para ayudar a vivir el Jubileo, se preparó una imagen yacente de san Guido que portaba un roquete y una casulla que él utilizó en vida. A la imagen la acompañaban otras siete reliquias, entre las cuales cabe mencionar un relicario que contenía un fragmento del corazón de san Guido.

La visita de la imagen peregrina de san Guido y sus reliquias a las comunidades, no pretendía mostrar por mera curiosidad los objetos de una persona que vivió en el pasado, sino recordarnos nuestro compromiso de colaborar para que el Señor Jesús sea conocido por todos los pueblos y que otras personas se animen a vivir la espiritualidad misionera que latía en el corazón de san Guido.

A través de las reliquias, algunos sintieron cercana la presencia de Mons. Conforti, del cual tantas veces les habían contado su vida. Hubo a quienes al entrar en contacto con las reliquias los motivaron a pedir la intercesión de nuestro Fundador, peticiones que no quedaron sin respuesta, y muestra como san Guido sigue preocupándose de las personas que sufren como lo hizo cuando era obispo de Parma. Prueba de ello son los testimonios que presentamos en este número de nuestra revista.

Dice un dicho que recordar es vivir, y es verdad, cuando recordamos los acontecimientos importantes de la vida que nos brindaron paz, alegría, ganas de asumir nuestras opciones, nos ayudan a no perdernos en la oscuridad de las dificultades, sino ver esa luz al final del túnel que nos permite no perder la fe ni la esperanza, tener una actitud positiva ante la vida y reconocer los beneficios de Dios.

Si recordamos el aniversario de la Carta Testamento y la canonización de san Guido, no es solo para conocer los acontecimientos del pasado, sino hacerlos vida en el presente, haciendo nuestro el proyecto y los ideales que él nos dejó como herencia. Y esas emociones que sentimos al celebrar estos acontecimientos, nos ayuden a esforzarnos en la formación de una familia que abrace a la humanidad. Pidamos a san Guido que interceda por nosotros para que la caridad de Cristo nos anime como lo animó a él, a entregarnos con todas nuestras fuerzas para que en otros aumente también su amor por la misión.