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P. Alberto Morales s.x.

Beata María de san José

María de san José considerada la primera beata venezolana, es celebrada el 7 de mayo. Sus biógrafos aseguran que desde su infancia llevó una vida ejemplar; hizo su primera comunión a los 13 años de edad, un 8 de diciembre de 1888, y desde entonces le prometió a Dios vivir en castidad. A esa misma edad creó una escuela en su casa para alfabetizar gratuitamente a los niños cuyos papás no tenían la posibilidad de pagarles su educación en las escuelas del gobierno.

Nació en Choroní, estado de Aragua, Venezuela, un 25 de abril de 1875. Sus padres la llamaron Laura Evangelista Alvarado Cardozo. A sus 17 años le impusieron el escapulario de la virgen del Carmen y al siguiente año pasó a formar parte de la Sociedad de las hijas de María, fundada por el padre Vicente López Aveledo, ahí se consagra totalmente a Dios un 8 de diciembre.

A sus 18 años comenzó a dedicarse al servicio de los pobres. Más tarde dirigió el hospital San José, fundado por el mismo padre Vicente. Cuando el padre López fundó la congregación de las Agustinas Recoletas, la madre María fue la primera superiora y desde entonces la llamaron madre María de san José.

Toda su labor se concentró en el cuidado al prójimo, cuidando niños en los orfelinatos, indigentes en los asilos, trabajando en casas maternas, hospitales, escuelas y albergues. Después de una vida entregada a Dios y a sus hermanos, la madre María muere en Maracay el 2 de abril de 1967, a los 92 años de edad.

El proceso de su beatificación inició en 1978. El milagro que la llevó a ser reconocida como beata fue la curación a una de sus hermanas de congregación que estaba invalida y que unos años antes la madre María le había dicho que iba a sanar. Fue beatificada el 7 de mayo de 1995 por el papa Juan Pablo II. Los venezolanos siguen orando para que la madre María de san José pronto sea canonizada.

Dios no deja que su Iglesia se quede sin ejemplos a seguir, pues la madre María nació en un contexto anticlerical difícil. De 1870 a 1877 gobernó Antonio Guzmán Blanco que expulsó a obispos y sacerdotes, cerró seminarios y conventos. Esto no impidió que muchos católicos de Venezuela, como la madre María, se consagraran a Dios que es el único que dirige nuestra historia.

Que nada nos desanime a nosotros que también vivimos una historia semejante. Dios no deja de existir porque hay seres humanos que lo desprecien, lo desconozcan. Dios siempre estará a nuestro lado. Que por la intercesión de la madre María de san José no caigamos en el pesimismo religioso, al contrario, que nos animemos a responderle a Dios en todo momento. Y que en este mes misionero anunciemos al mundo su Evangelio, que nada ni nadie apague nuestra voz.

“Que se por todos conocido y amado nuestro Señor Jesucristo”.