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P. José Luis Vega s.x.

¿Qué es lícito?

En los últimos meses, la opinión publica de nuestro país ha estado bastante convulsiva, figuradamente hablando, por un tema muy en particular: la decisión de la despenalización del aborto voluntario o interrupción voluntaria del embarazo en México.

Argumento en el que han participado un importante número de grupos con intereses, ideologías, tendencias, y hasta caprichos distintos. Todos queriendo mover la balanza hacia su propia forma de pensamiento. A ese fin se han empleado toda clase de argumentos, criticas y manifestaciones personales y sociales. Se ha echado mano de todos los medios de comunicación: impresos y audiovisuales para obtener más apoyo a favor del o del no.

Frente a estos desbordantes ríos de opiniones, informaciones y desinformaciones en los que, voluntaria o involuntariamente hemos sido sumergidos, me parece sumamente prudente reflexionar sobre lo que está de fondo en esta situación. ¿A caso no es la vida?

Desde que el ser humano (hombre y mujer) ha puesto un pie sobre el planeta, sus fuerzas, su conocimiento, su inteligencia, su investigación, todas sus capacidades psíquicas y físicas, los avances tecnológicos, por citar solo algunos, en un principio, lo que pretenden, es preservar la vida, cuidarla y aumentar su calidad.

Entonces, ¿cómo es que se ha llegado al planteamiento de si es legal deshacerse de una vida sin darle a él o ella siquiera la oportunidad de expresarse? 

Comprendo que, algunas de las opiniones a favor del aborto están sostenidas sobre el argumento de los embarazos tenidos a causa de situaciones irregulares y complicadas como las violaciones, la falta de información y verdadera educación sexual durante la adolescencia o por cuestiones de gran riesgo a cerca del estado de gestación del o la bebé en el vientre de su madre.

Pero, aun así, me parece ilógico y casi una contradicción, encontrar el remedio al mejoramiento de la calidad de vida de las madres en dificultad, ponderando la posibilidad de la muerte como solución. ¿Cómo podemos brindar esta opción (el aborto) a las futuras generaciones cuando no se buscan otras opciones? No se puede abrir una gran puerta escondiendo la idea, tendenciosa, de que por ser legal es bueno. Presentar el aborto como un derecho de la persona, porque yo puedo hacer con mi cuerpo lo que me da la gana, este argumento tendría que tener en cuenta lo que sabe que un bebé en gestación, es un ser independiente en potencia, el cual solo requiere de tiempo para su crecimiento y desarrollo.

Desafortunadamente, quizás, para la mayoría de los mexicanos, el pasado 13 de septiembre la Suprema Corte de Justicia dio un crucial paso en vista de la legalización del aborto manifestándose a favor de la despenalización del mismo. Los principios de la sabiduría de tantos siglos fueron dejados de lado, como la palabra evangélica de Lc 6,9: “qué es licito, acabar con una vida o salvarla” fue prácticamente ignorada.

Sin embargo, nuestras posibilidades de defender la vida, aquello para lo cual hemos de luchar y trabajar todos los días, aun no ha terminado, aún nos queda apelar a nuestra propia conciencia y actuar según el mandamiento de Dios: “ama a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22,39) independientemente su edad, así tenga tan solo de un día de gestación. Todos lo reclamamos para nosotros, todos defendamos también para ellos, nuestra vida futura. Hagamos, pues, eco en el mundo.