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P. Rubén Macías s.x.

Promover el sueño de la vocación

En esta ocasión los invito a reflexionar sobre el número 16 de nuestras Constituciones que nos habla de la promoción vocacional. Ya hace algunos días, que la Iglesia nos invitaba a orar por las vocaciones. En ocasión de la 58º Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, el papa Francisco nos invitaba a soñar como san José, aceptar como él y dejarnos conducir por Dios a aventuras que nunca habríamos imaginado.

La vocación es ciertamente un don en la Iglesia, es Dios que irrumpe en la vida de alguien para conducirlo por caminos jamás imaginados, pero también es un don que hay que pedir y cultivar. En ese sentido hablan nuestras Constituciones: Convencidos de la importancia de suscitar nuevos operarios para la viña del Señor, nos comprometemos a pedírselos a Dios con la oración, a revelar con la vida la importancia y la urgencia de nuestra vocación y a proponer el don de sí mismos al servicio misionero en sus diferentes formas, en particular el compromiso de por vida en la familia xaveriana (C 16).

Monseñor Conforti así lo entendía también y pedía continuamente que en las casas de formación de los xaverianos se hiciera oración por las vocaciones, consideradas como un don. Es significativo y revelador que nuestro santo fundador haya querido la adoración semanal en todas las comunidades xaverianas propiamente por las vocaciones. Compuso una oración para pedir al Señor que multiplique el número de misioneros, redoble su celo y santifique sus fatigas...

La oración por las vocaciones, es pues, una actividad ordinaria para un xaveriano, pero también, como dicen las Constituciones, nos comprometemos a revelar y a proponer este don a los demás. Ciertamente en las Constituciones de 1921 escritas por monseñor Conforti, no encontraremos algún referimiento a lo que llamamos promoción vocacional, como es entendida hoy, pero ciertamente él confiaba en el testimonio de sus misioneros y en la capacidad de atracción que nuestro estilo de vida suscitaría en los jóvenes.

Hoy en día nos debemos cuestionar sobre estos dos elementos importantes de la promoción vocacional, es decir, revelar con la vida la importancia de nuestra vocación (capacidad de atracción) y el proponer abiertamente y directamente nuestra vocación (propuesta vocacional). Promover las vocaciones para el propio Instituto es expresión de gratitud a Dios por la propia vocación, amor a la Iglesia de la cual el Instituto es parte viva, expresión legítima de amor a la propia familia en Cristo, y obra de justicia, a cambio de los bienes recibidos. Para un xaveriano debería ser normal hacer promoción de la vocación que recibió, tanto más se trabaja por las vocaciones, cuanto más se debería ser feliz de la propia llamada.

La situación de nuestros seminarios y las dificultades de la sociedad actual deberían ser para nosotros solo un incentivo más para comprometernos en esta actividad. El espíritu de amor intenso hacia nuestra familia religiosa… (CT 10), considerado por Conforti como característica e identidad, nos debería provocar un serio, continuo y audaz compromiso en la promoción de las vocaciones para nuestro Instituto.

Preguntémonos todos: ¿qué estoy haciendo para promover la vocación xaveriana? Además de la oración, ¿qué puedo hacer para atraer al ideal misionero a la juventud de hoy? ¿De qué manera puedo presentar y proponer este ideal misionero a los jóvenes de hoy?

Los sueños condujeron a José a aventuras que nunca habría imaginado. Que él ayude a todos, especialmente a los jóvenes en discernimiento, a realizar los sueños que Dios tiene para ellos; que inspire la iniciativa valiente para decir “sí” al Señor, que siempre sorprende y nunca decepciona (Papa Francisco).