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P. Alberto Morales s.x.

Amor a la liturgia

Los caminos de la santidad son muy variados, hay quienes se santifican muriendo por su fe, otros por su incansable labor social, pero que alguien alcance la santidad por su amor a la liturgia católica, eso Dios lo ha reservado al beato Carlos Manuel.

Carlos Manuel nació en Caguas, Puerto Rico, un 22 de noviembre de 1918. Sus padres fueron Manuel Baudilio Rodríguez y Herminia Santiago, formaban una familia sencilla de cinco hijos, de los cuales una fue religiosa, otro sacerdote y Carlos que se dedicó a servir a Cristo y a su Iglesia a través de la liturgia.

Carlos aprendió la vida de fe en el seno familiar. Cuando tenía seis años, la casa y el negocio de la familia fue consumida por el fuego, ahí perdieron todo y se tuvieron que ir a vivir con los abuelos. Esta desgracia no disminuyó su fe en Dios y siguieron adelante.

Hacia 1932, Carlos experimenta los primeros síntomas de una colitis ulcerosa, lo cual le impide continuar sus estudios superiores causándole problemas por el resto de su vida. Sin embargo, esto no le impide trabajar como oficinista y seguir sirviendo a Cristo. Amaba la lectura, le interesaban las artes, la ciencia, la filosofía, la religión y la música sacra que lo llevó a ser el organista de su parroquia.

Su modesto salario lo empleaba para promover el conocimiento de Cristo a través de la sagrada liturgia, hacía resúmenes de todo lo que leía y lo mimeografiaba para compartirlos en forma de folletos a los jóvenes que lo seguían. Estaba convencido de que la liturgia es la vida de la Iglesia: la oración, la proclamación de la Palabra, la Eucaristía y los sacramentos. Esta pasión lo llevó a crear grupos de jóvenes y maestros universitarios para que conocieran y amaran la liturgia católica, todo con el fin de gozar de los tiempos litúrgicos.

Promovió y defendió la renovación de la liturgia entre los obispos y sacerdotes de Puerto Rico. Su gran anhelo era que los fieles tuvieran una participación más activa en las celebraciones litúrgicas, para ello proponía que las celebraciones fueran en el idioma de la gente, ya que hasta entonces todo era en latín.

Muchos fueron los jóvenes que recibieron una formación litúrgica directamente del beato Carlos y esos sueños de renovación los vieron realizados gracias al Concilio Vaticano II. También hay quienes agradecen las enseñanzas del beato que despertó en ellos la vocación religiosa. El 13 de julio de 1963, Dios lo llamó a su presencia. Su proceso de beatificación comenzó en 1992; el 7 de julio de 1997 fue reconocido como Venerable, y fue beatificado el 29 de abril de 2001 por el papa Juan Pablo II.

Que todos aquellos jóvenes, hombres y mujeres, que cantan, que leen o que preparan a jóvenes y niños para recibir sus sacramentos no se desanimen, su ministerio es un camino de santidad y Dios hará realidad todos sus sueños. ¡Felices Pascuas!