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P. Juan Juárez s.x.

Atrapasueños

Según una antigua leyenda lakota, un día un anciano subió a lo alto de una montaña y ahí se encontró con Iktomi, dios de la sabiduría que se le presentó bajo la forma de una araña.

Iktomi, hizo un aro con una rama de sauce, y con él, comenzó a tejer una telaraña. Mientras tejía, le hablaba de los círculos de la vida y cómo en cada etapa había muchas fuerzas que influían en ella. Si uno se dejaba llevar por las fuerzas buenas, ellas nos conducirían a la felicidad. Pero si uno escuchaba a las fuerzas malas, ellas nos lastimarían y nos harían sufrir.

Después de un rato Iktomi le entregó al anciano el círculo y le dijo: Ve la telaraña, es un círculo perfecto, pero en el centro hay una abertura, úsala para ayudarte a ti mismo y a tu gente. Cuélguenla arriba de sus camas; si creen en el gran Espíritu, sus buenos sueños quedarán atrapados en la telaraña y los malos sueños se irán por la abertura.

Cuando somos niños no falta quien nos haga la típica pregunta: Y a ti, ¿qué te gustaría ser de grande? Y por supuesto no faltan las típicas respuestas: futbolista, cantante, youtuber o incluso astronauta. Cuando uno es pequeño tiene sueños e ilusiones que quisiera cumplir. Pero conforme vamos creciendo, la vida nos puede hacer cambiar, como decía aquella señora: Cuando era joven siempre me estaba riendo, y ahora ya no recuerdo la última vez que sonreí. Más aun, a un cierto punto, podemos darnos cuenta que, no solo ya no sonreímos, sino que ya no tenemos ni sueños, ni ideales que perseguir porque nos hemos dejado arrastrar por la cotidianidad.

Tener ilusiones o ideales, nos obliga a estar siempre en movimiento, pero nuestra tentación es la de acomodarnos para no complicarnos la vida y tratar que nadie nos quite nuestro rinconcito donde nos sentimos bien. Es la misma tentación que tuvieron los discípulos; con la crisis de la muerte de Jesús en la cruz, pues aun cuando Jesús resucitado se les apareciera, tuvo que ser la fuerza del Espíritu Santo la que los pusiera en movimiento y fueran por los caminos del mundo a anunciar el sueño de Dios de que todos pudiéramos vivir en fraternidad.

Creo que también nosotros, de vez en cuando, deberíamos poner un atrapasueños sobre nuestra cama, para que nos ayude a no perder nuestros sueños, pues con razón se dice que una vida sin ilusiones no es vida, y dejar que las malas experiencias, los fracasos, las desilusiones se vayan por la abertura para disfrutar lo bueno que Dios nos da.

Sabiendo que nada pueden contra nosotros las fuerzas de la adversidad, si dejamos que el Espíritu Santo irrumpa también en nuestro corazón para que, como los discípulos el día de Pentecostés, abra nuestros horizontes y nos haga ver lo mejor que podemos ser y lo que podemos lograr, ya que como decía aquel sabio indígena: Cada uno de nosotros ha sido puesto en este tiempo y este lugar para decidir personalmente el futuro de la humanidad. ¿Creías que estabas aquí para algo menos importante?