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P. Rubén Macías s.x.

Obediencia a la misión

Estimados amigos lectores de nuestra revista, en esta ocasión los invitamos a descubrir y valorar la vivencia del voto de obediencia según el espíritu de Conforti manifestado en nuestras Constituciones en los números 31 al 34. De hecho, el carisma misionero de Conforti es vivido y llevado a cumplimiento en un estilo de vida basado en los votos de pobreza, castidad y obediencia. Así lo quiso Mons. Conforti, aun contra el parecer de la Santa Sede, al inicio de la congregación, como lo hemos recordado en otros artículos.

Monseñor Conforti sentía profundamente en su corazón la necesidad que todo Xaveriano viviera bajo este estilo de vida. De este voto, él habla en repetidas ocasiones en el “Bosquejo” de constituciones del 1898, mientras que, en las constituciones de 1916, cita la obediencia en primer lugar entre las virtudes que el maestro ha de inculcar en los novicios, en tal redacción le dedica dos números al momento de tratar los votos; además la recomienda a sus misioneros y la trata de manera abundante en las reglas comunes. En la Carta Testamento le dedica una particular atención en los números 6 y 7, y en el 10 incluye la obediencia entre los rasgos fundamentales de la espiritualidad del Instituto. De igual manera, la misma existencia y eficacia del Instituto en sus obras dependerá de la vivencia de este voto. También en sus cartas, el fundador insiste muchas veces sobre la obediencia, como cualidad que “corresponde a los misioneros”.

Para Mons. Conforti el origen de la obediencia está en la comunión de Cristo con la voluntad del Padre, que constituye el núcleo central de su espiritualidad. Citando hebreos 10 y el evangelio de san Juan cap. 5, Mons, Conforti hace notar que Cristo relaciona su obediencia con su misión: obedece “a Aquel que me ha enviado”. No es una obediencia legalista o caprichosa lo que mueve a Cristo, sino una voluntad de salvación. El Padre quiere la salvación del género humano. La obediencia es un concepto liberador. De esta manera, Jesús quiere al misionero unido a Él en la búsqueda de la voluntad misericordiosa del Padre.

Recordemos que para Conforti el principio y fundamento de todo es la misión, por lo tanto, la obediencia se vive desde esta visión salvífica. Además, Conforti recuerda que quien hace la voluntad de Dios “es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mc 3,35). El Espíritu de Familia, tan sentido por Conforti, también tiene relación con el voto de obediencia, pues formaremos una familia en Jesús en la medida en que nos pongamos con él en escucha, contemplación-discernimiento frente al Padre. Por último, la teología de la obediencia manifestada en las Constituciones 31 es trinitaria: la obediencia al Padre es la fuente de todo, la comunión con el Hijo y la docilidad a las mociones del Espíritu. Esta docilidad es el núcleo de la vida espiritual, para Conforti, docilidad que es vivida en la propia vida y en el ministerio.

Reconociendo este carácter misionero de la obediencia que todo Xaveriano debe vivir, podemos entender que todo lo que hagamos, lo que busquemos en común y toda obra tendrá como finalidad “procurar la Gloria de Dios y la salvación de los hermanos”. Para Conforti las cosas son claras al vivir esta docilidad propia del misionero; no es cuestión de una obediencia disciplinaria sino una obediencia a la misión.

Preguntémonos, ¿de qué manera vivo esta docilidad al Espíritu? En las obras apostólicas que realizo, en mi vida diaria, ¿busco verdaderamente la voluntad del Padre? ¿Mis obras manifiestan esta intención salvífica: la gloria del Padre y la Salvación del género humano?