Skip to main content
P. José Luis Vega s.x.

Bien elegir nos orienta a bien vivir

El comienzo de este año es sin duda particularmente controversial, por diferentes razones, entre las cuales figuran, por ejemplo, la aparición y distribución de la sumamente codiciada, vacuna contra el coronavirus. Sin embargo, no quiero hablar sobre este tema el cual ya hemos abordado bastante a lo largo de todo un año.

Este año se vislumbra bastante peculiar, también, por otros temas como las elecciones políticas tanto en la Unión Americana como en nuestro país. El surgimiento de posibles candidaturas que en ocasiones nos dejan perplejos, el movimiento de las grandes masas, pero también de las minorías hacia diferentes opiniones, filosofías o perspectivas sociales, el flamante tema de las mega coaliciones partidistas, sin dejar de lado los ya trillados spots radiofónicos o televisivos buscando, algunas veces, la descalificación de los opositores, pero también el ingenio de algunos de ellos para revelar situaciones anómalas de nuestra realidad sociopolítica o económica, sin dejar de lado los aspectos éticos y por supuesto morales.

Sin embargo, la reflexión de este articulo no busca, en manera alguna, hacer referencia a una política partidista en particular, sino más bien, tratar más detenidamente, lo que el término elección lleva detrás de sí. Cuestión que a todos nos compete, independientemente de nuestras inclinaciones partidistas.

Etimológicamente hablando, elegir corresponde al latín que significa: sacar, arrancar, escoger. Es decir, seleccionar dentro de otras opciones lo que se considere mejor, lo más apropiado o más aún, lo correcto, lo que sea más justo.

Bajo ese principio deberíamos actuar, no solo en el campo de la política sino en cualquier otro ámbito en donde nuestras elecciones afecten a dos o más personas. Nuestra posibilidad de elección debería estar normada con libertad tomando esta última no como la capacidad de escoger lo que me venga en gana, sino como la oportunidad de escoger lo que es bueno; libre de las presiones de cualquier índole, de intereses egoístas, de nuestras pasiones, de los apegos y afectos desordenados que nos apartan del bien común y de la cohesión del tejido social, que provocan las diferencias, las disputas, la discriminación, la segregación que algunas ocasiones tiene manifestaciones tan fuertes y aberrantes que puede caer en la violencia no solamente personal sino también colectiva con expresiones incluso físicas como las que se observaron el pasado 6 de enero en el Capitolio de los Estados Unidos y sus inmediaciones, solo por mencionar un ejemplo.

Este nuevo año lo abrimos como un enorme abanico de elecciones: elecciones en el campo de la educación de las nuevas generaciones y de la prudente utilización de los medios que intervienen, elecciones en la responsabilidad del cuidado de la salud personal, familiar y social, elecciones dentro de nuestra responsabilidad en la práctica de nuestra fe, elecciones dentro del manejo de nuestra economía, elecciones también dentro del campo de nuestra política nacional...

Sin lugar a duda este tema debe confrontarnos fuertemente. Ojalá y dentro de esas elecciones nos acordemos de Aquel que un día dijo: Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos tomando por amigos el mundo entero.