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P. Guillermo Jiménez s.x.

El pecado hace ver las diferencias y las pone en conflicto

El mes pasado reflexionamos sobre la igualdad que existe en el ser humano al momento de la creación. ¿De dónde vienen las diferencias entre los seres humanos?

El autor bíblico responde a dicha pregunta a través de la narración del pecado de los orígenes, con lo cual manifiesta que el pecado es el origen de las diferencias que crean dificultades en la relación entre los seres humanos. El tentador se aprovecha del deseo humano de ser más, de crecer, por lo que dice a la mujer: De ninguna manera morirán. Es que Dios sabe muy bien que el día en que coman de él, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal (Gn 3,4-5). La curiosidad y el deseo de grandeza provocan la caída, porque no se reconoce la propia condición y se envidia a Quien es más grande.

Las consecuencias de caer en la tentación provocan la desigualdad; esto lo vemos en las palabras que el autor pone en boca de Dios, dirigiéndose a la mujer: Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará (Gn 3,16). También se acrecienta la desigualdad sexual desde el momento de comer el fruto prohibido, pues se les abrieron los ojos a entrambos y descubrieron que estaban desnudos (Gn 3,7).

Existen también las diferencias por el trabajo, las cuales pueden generar conflictos muy grandes debido a los malos sentimientos que los seres humanos alimentan, aun cuando son advertidos de que es necesario eliminarlos. El capítulo cuarto del libro del Génesis habla de la descendencia de la primera pareja creada por Dios, mostrándonos el prototipo del agricultor y el del ganadero, representados por Caín y Abel, muy conocidos debido al fratricidio generado, pero de fondo encontramos el conflicto entre dos personas que tienen dos maneras de vivir muy diferentes: Fue Abel pastor de ovejas y Caín labrador (Gn 4,2). Dos ocupaciones muy antiguas que siempre han generado problemas hasta el día de hoy, desencadenando la violencia que se nos relata en este primer libro de la Biblia.

Algunos estudiosos de la Sagrada Escritura ven en el capítulo cuarto del Génesis dos culturas: la cultura seminómada que es exaltada a través de Abel y la sedentaria (Caín). Esta actitud obedecía tal vez a determinados conflictos con los sedentarios cananeos y con las tribus del desierto.

El autor no explica por qué Dios acepta el sacrificio de Abel y rechaza el de Caín. Es asunto del Señor (cfr. Ex 33,19s); ¿tal vez por la preferencia del menor? Isaac es preferido a Ismael, Jacob a Esaú y Judá a sus hermanos mayores.

La enseñanza es: Si no obras bien, a la puerta está el pecado acechando como fiera que te codicia, y a quien tienes que dominar (Gn 4,7). A pesar de la advertencia, el ser humano cae, se deja llevar por sus malos sentimientos.