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12 Octubre 2019
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La Palabra

P. Humberto M. Marsich, sx

Homilía Dominical: “JESÚS, TEN COMPASIÓN DE NOSOTROS”

DOMINGO XXVIII TIEMPO ORDINARIO

“JESÚS, TEN COMPASIÓN DE NOSOTROS”

(Lc 17, 11-19)

El evangelio de los ‘diez leprosos’.

“Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos”: Jesús, en esta ocasión, se encuentra con diez leprosos, hombres desafortunados y excluidos por la sociedad judía. La marginación, a la que están destinados, sin embargo, no les impide confiar en el poder milagroso de Jesús. Desde lejos, puesto que el acercarse les estaba prohibido por ley, solicitan la mirada compasiva de Jesús, a quien nombran con el título de ‘maestro’ y cuya fama taumatúrgica había llegado también a sus oídos. En efecto, llenos de esperanza le gritan: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”. La escena se revela dramáticamente rica de sentimientos de compasión y deseo de inclusión. Jesús, en efecto, rompiendo con las cínicas tradiciones judías, se acerca a los leprosos, viola la prohibición de hablarles y les dice: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. La orden de mostrarse a los sacerdotes es para que constaten la sanación y les den de alta del estado de ‘impureza social’. Todos, pues, quedan sanados por el camino: “Mientras iban de camino –nos confirma el evangelista- quedaron limpios de la lepra”. No olvidemos que los diez leprosos son el símbolo de toda la humanidad afectada por la lepra del pecado y de las miserias y es en el camino de la historia donde, gracias al encuentro con el hijo de Dios, encuentra la salvación. Pero, no todos.

De los diez leprosos sanados, de hecho, sólo uno cree en el Señor y considera su deber alabar a Dios y volver los pasos hacia su bienhechor para darle gracias: “Uno de ellos –continúa relatando Lucas- al ver que estaba curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias”. La sorpresa, muy bien remarcada por el evangelista, es que de los diez leprosos únicamente el samaritano extranjero creyó y regresó a dar gracias. El tinte polémico, también en esta ocasión, se hizo contundente. En efecto, son los judíos que no reconocieron en Jesús al Mesías, enviado por la salvación de todos los hombres. La sola pertenencia étnica al pueblo de la elección no es suficiente para entrar en la vida eterna. Necesita creer, vivir con coherencia y dar gracias a Dios.

El leproso samaritano.

La idea central del episodio, por tanto, no es la de destacar el milagro, sino hacer quedar mal a los judíos leprosos, que no regresaron a dar gracias y ni reconocieron la identidad mesiánica de Jesús. Únicamente el leproso extranjero, en efecto, llegó a creer en él y Jesús se lo reconoce públicamente, destacando el poder salvador de la fe: “Levántate y vete –le ordena- tu fe te ha salvado”. Una vez más, los judíos quedan confundidos por el proceder de un ‘extranjero’. La pregunta, que a continuación hace Jesús acerca de los nueves judíos ingratos, es irónica: “¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueves? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?”  Jesús no exige el agradecimiento para sí, sino, para remarcar el hecho que ninguno de los leprosos judíos ha vuelto a dar gracias a Dios, mientras el extranjero sí.

En este relato, el evangelista capta uno de los primeros signos mesiánicos de la ‘salvación’ que Jesús ha venido a implantar en el mundo. De hecho, la sanación de lepra no se refiere sólo a la enfermedad física del hombre sino, también, a la sanación total, de cuerpo y alma, en el tiempo y en la eternidad. Además, la presencia, entre los sanados, de un extranjero samaritano, indica el diverso estilo del actuar de Dios, que ofrece la salvación plena y total a todos los hombres, indistintamente. Que sólo uno de los sanados por Jesús haya sentido la necesidad de dar gracias evidencia la ingratitud de la gran mayoría de la humanidad que, frente a las maravillas de gracia y amor de Dios, se resiste para darle gracias.

La actitud incluyente y universalista de Jesús hacia los leprosos es también una clara muestra de su solicitud sin fronteras hacia los necesitados y excluidos sociales de todos los tiempos. También, es una lección para que vivamos, de veras, creyendo en el poder salvador de Jesús y dándole gracias siempre.

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