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P. Carlos Abraham Zamora s.x.

Una sola golondrina no hace la primavera ¡pero la anuncia!

La luz que puede traer la inspiración y el compromiso de un joven en su ambiente, puede asemejarse a los primeros rayos de la aurora que anuncian cada mañana la llegada de la resplandeciente luz solar. La colaboración juvenil en nuestro mundo de una sola persona puede parecer pequeña y frágil, pero los efectos de esa chispa crean presencias de luz, de calor y de esperanza.

Pequeña golondrina, es el nombre de una muchachita, quien a sus dieciséis años de vida, había pasado por una etapa de profunda crisis familiar. La familia había sufrido la pérdida de la mamá, evento que había marcado profundamente los primeros años de su adolescencia. En medio de la turbulencia había apoyado a su hermano que vivía con algunas limitaciones físicas debido a las complicaciones que hubo durante su nacimiento. Habían desarrollado un sentido de resistencia y de apoyo mutuo, de cariño y de una cierta crítica, que aunque fuera constante, no dejaba de ser constructiva.

Un día el Programa de Acompañamiento para Niños y Adolescentes sin Oportunidades de Asistencia a la Escuela propuso a la joven realizar durante una semana de sus vacaciones del mes de mayo algunas horas de voluntariado. Ella aceptó con agrado, ayudar a enseñar los conocimientos básicos a una adolescente un poco menor que ella. El curso era intensivo, era un programa piloto que tenía como finalidad desarrollar una metodología adecuada a las circunstancias de cada individuo y apoyar gradualmente, una posterior inclusión escolar.

Las pocas horas de ese proyecto tuvieron muchos elementos desafiantes para ambas mujercitas, cierta crítica, con una impresión de la inutilidad del proyecto. Pero a la firme voluntad de aprender de la primeriza estudiante, se agregó la generosa disponibilidad de la voluntaria. Dos personas fraguadas en la adversidad, con un buen grado de sueños y constancia, lograron dar resultados que se transformaron en luminosos ejemplos para otras familias, ayudando a diseñar un programa más amplio, que llegara a un número más extenso de niños, adolescentes y jóvenes. Compartir la experiencia adquirida, se transformó en una gradual integración de otros jóvenes deseosos de realizar un servicio de voluntariado, docenas de ellos empezaron a sumarse al programa.

Tendemos a pensar en la nueva generación como personas egoístas, centradas en sí mismas y sin interés por el compromiso y la donación personal. Sin embargo, en muchos rincones del mundo, centenares de jóvenes se suman ofreciendo su colaboración en horas de servicio social, de voluntariado, de entrega solidaria. En muchas ocasiones esperan una invitación, un modelo o un ejemplo, un proyecto que facilite u organice sus cualidades y su tiempo libre.

El discernimiento al que nos invita el papa Francisco se refiere muchas veces a seguir creando puentes, conectando necesidades con el deseo de ayudar, hoy la necesidad de alguien puede despertar sus propios talentos o los de alguien que está a su lado. La acción de una persona no necesariamente trae la transformación del mundo o de una comunidad, pero puede ser una lucecita que ilumina en la oscuridad, una sola golondrina no hace la primavera, pero la anuncia.