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P. Carlos Abraham Zamora s.x.

Francisco invita a curar al mundo

Va Francisco de Asís un día cerca de la iglesia de san Damián, que estaba casi derruida y abandonada de todos. Entra en ella, guiándole el Espíritu, a orar, se postra suplicante y devoto ante el crucifijo, y, visitado con toques no acostumbrados en el alma, se reconoce luego distinto de cuando había entrado. Y en este trance, la imagen de Cristo crucificado –cosa nunca oída–, desplegando los labios, habla desde el cuadro a Francisco. Llamándolo por su nombre: “Francisco –le dice–, vete, repara mi casa, que, como ves, se viene del todo al suelo”. Presa de temblor, Francisco se pasma y como que pierde el sentido por lo que ha oído. Se apronta a obedecer, se reconcentra todo él en la orden recibida.

Es así, como san Buenaventura cuenta el relato del encuentro del pobrecillo de Asís con el Cristo de san Damián, palabras muy cercanas al llamado que ha expresado el papa Francisco en sus catequesis semanales de los meses de agosto y septiembre, dirigiéndose a la Iglesia universal, a todos los cristianos, y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad para unirnos no solo a reparar la Iglesia, sino a curar el mundo. Con este lema convoca a afrontar las cuestiones apremiantes que la pandemia ha puesto de relieve, sobre todo las enfermedades sociales, a la luz del Evangelio, de las virtudes teologales y de los principios de la doctrina social de la Iglesia.

La pandemia sigue causando heridas profundas, desenmascarando nuestras vulnerabilidades. Son muchos los difuntos, muchísimos los enfermos, en todos los continentes. Muchas personas y muchas familias viven un tiempo de incertidumbre, a causa de los problemas socioeconómicos, que afectan especialmente a los más pobres, recuerda con dolor el Papa.

Sin embargo, sus observaciones no se quedan en un recuento de una realidad ya conocida por todos, nos invita a vivir el presente con los ojos de la fe, a tener nuestra mirada puesta en Jesús que hace presente el Reino de Dios en medio de nosotros; Reino que sana y que salva; Reino de justicia y de paz, que se manifiesta con las obras de caridad que, a su vez, incrementan la esperanza y refuerzan la fe.

La lectura del Evangelio nos muestra a Jesús que sanaba a los enfermos, no solo de sus padecimientos físicos, sino también de sus sufrimientos morales. Los sacaba de su aislamiento para que se incorporaran de nuevo en la comunidad. Jesús no solo libra al enfermo de sus males, le renueva la vida a él, a su familia y amigos.

Como Francisco frente a las ruinas de san Damián, el papa Francisco nos invita a curar el mundo. Sus catequesis con ese título nos proponen vivir las virtudes de fe, esperanza y caridad, y otras actitudes y estrategias necesarias para reflexionar y trabajar juntos, como seguidores de Jesús que sana, para construir un mundo mejor, lleno de esperanza para las generaciones futuras. La llamada está hecha. ¿De qué modo podemos ayudar a sanar nuestro mundo, hoy? Y TÚ, ¿QUÉ PUEDES HACER?