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A. Morales Reyes

San Francisco Xavier: Misionero por excelencia

Nosotros los Misioneros Xaverianos recordamos con entusiasmo la fiesta de san Francisco Xavier, y este 3 de diciembre de 2018 no es la excepción.

La Iglesia Católica lo ha puesto como patrono de las misiones, pero de manera particular nuestro fundador san Guido María Conforti quiso que Francisco fuera nuestro santo Patrono. Igual que Conforti, para cada misionero xaveriano, Xavier es un ejemplo a seguir.

 Su vida es fascinante porque nos recuerda nuestra propia vocación. Sus biógrafos aseguran que era intelectualmente inquieto, quería dedicarse a la enseñanza en alguna universidad de Europa, pero Jesús tenía otros planes para él, y aunque Francisco se resistiera por mucho tiempo, Ignacio de Loyola, con paciencia, le hizo ver que servir a Dios era más importante que cualquier otra cosa terrena.

Se dice que el mismo Ignacio de Loyola lo quería como profesor en alguna universidad, pero en 1541 el Rey Juan III de Portugal le pidió a Ignacio que enviara a algunos de sus compañeros a la India para que evangelizaran aquellas tierras. Francisco no estaba en la lista, sin embargo, uno de los asignados se enfermó y fue así que Xavier, por accidente, inició su vida misionera por tierras orientales. Francisco no se consideraba preparado para la vida misionera, pero sus compañeros de viaje cuentan que en la misma nave que los llevaba a la India empezó a ocuparse de las necesidades espirituales de los marineros sin importarle el cansancio.

También se dice que sus métodos misioneros eran muy rudimentarios. Al llegar a un pueblo solía tocar la campana para llamar la atención de los niños, les enseñaba a recitar el Credo, los Diez mandamientos, el Padre Nuestro y otras oraciones sencillas. De igual manera les enseñaba a cantar y con eso los niños llevaban el mensaje cristiano a sus amigos y familiares, después de un cierto tiempo Francisco los bautizaba. Hay quienes dicen que Xavier tenía el don de lenguas, pero quienes lo conocieron de cerca afirman que él batalló mucho con los idiomas extranjeros y que muy apenas recitaba el Credo y algunas oraciones en Tamil y otras lenguas locales. Por ello Xavier dependió mucho de los intérpretes y de improvisados traductores. Lo que sí se le reconoce es que milagrosamente san Francisco Xavier pudo llevar el Evangelio de Jesucristo tan lejos y a mucha gente con escaso conocimiento de lenguas extranjeras.

La historia de Xavier sigue teniendo eco entre nosotros los misioneros de la Iglesia Católica, e igual que él, aunque balbuceando los idiomas de las gentes, Jesús y su Evangelio sigue llegando al mundo entero.

Que en esta fiesta del Patrono de las misiones el Señor suscite nuevos obreros para su mies y que a todos nos conceda la gracia de imitar a san Francisco Xavier para que el mundo no se quede sin conocer el Evangelio. Y como solía decir san Guido María Conforti “que sea por todos conocido y amado: nuestro Señor Jesucristo”.

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