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17 Marzo 2024
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La Palabra

V Domingo de Cuaresma - Ciclo B
P. Rubén A. Macias Sapien sx

“Quisiéramos ver a Jesús”

Jn 12, 20-33

Estimados hermanos y hermanas, llegamos al quinto domingo de Cuaresma, en pocos días estaremos ya en Pascua y la palabra de Dios hoy nos invita “a acercarnos” más profundamente a Jesús en su camino pascual. El texto del evangelio de hoy (Jn 12, 20-33) nos presenta a “algunos griegos” que se acercan a los apóstoles y les piden: “queremos ver a Jesús y estar con Él”, ciertamente han oído hablar de Jesús, pero quieren dar un paso más. He ahí una primera invitación en este quinto domingo de Cuaresma; todos hemos oído hablar de él, pues hoy, cuando estamos casi por terminar este tiempo cuaresmal, se nos invita a dar un paso más, a ir un poco más allá, a ir madurando en nuestro seguimiento de Jesús.

Retomando la petición de los griegos del evangelio, su “curiosidad” no era solo algo teórico, superficial, seguramente querían saber cómo pensaba y, quizá, de qué manera podían seguirlo. Aquí pudiéramos hacernos una primera pregunta, hermanos: después de cuatro domingos de Cuaresma, ¿estamos aún interesados en conocer a Jesús? ¿Deseamos seguirlo, estar con él, incluso hasta la cruz? ¿Lo buscamos en verdad, o estamos sentados, sin más?

Otro detalle que nos provoca y enseña: notamos que los personajes griegos no se acercan directamente a Jesús. Comprenden que no es fácil acercarse al Maestro, sin pasar por la comunidad. Por eso, entran en contacto con los apóstoles, para que estos los lleven a Jesús. ¡He ahí una segunda enseñanza!: La comunidad cristiana como medio para llegar a Él. Preguntémonos pues: ¿Cómo es mi comunidad? ¿Abierta, expansiva, misionera? ¿O cerrada, sin ganas de acoger a nadie? ¿Estamos dispuestos a seguir a Jesús en comunidad, generando comunión, construyendo comunidad? ¿Me acerco a mi comunidad para caminar con todos el camino de Cuaresma? ¿Mi vida cristiana facilita a otros el encontrarse con Jesús?

Pero pasemos al aspecto más importante de este quinto domingo, nuevamente una pregunta: ¿Qué descubrieron los griegos, estando cerca de Jesús? ¿Qué es lo que Jesús les hace ver al seguirlo, al estar con él? Las palabras que Jesús pronuncia están llenas de significado y son luz para entender lo que implica seguirlo. En una primera impresión parecería que ellas no responden a la petición que habían hecho aquellos griegos. En realidad, van más allá. De hecho, Jesús revela que Él es la semilla escondida dispuesta a morir para dar mucho fruto. Como diciendo: si quieren conocerme, si quieren comprenderme, miren el grano de trigo que muere en la tierra, es decir, miren la cruz. Jesús se presenta como esa semilla, que para dar fruto debe morir; en efecto, toda su vida fue unir, muriendo poco a poco, entregándose a la voluntad del Padre, para acabar ofreciendo su existencia en la cruz y dar así vida. Eso fue lo que vieron y aprendieron los griegos, viviendo con Jesús. Y esa es la invitación que les hace, a ellos que quisieron dar ese paso de calidad en su fe y a nosotros que estamos aquí por el mismo motivo: “Queremos ver a Jesús y seguirlo”. “El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor”. Síganme hasta la Cruz. He ahí la gran invitación de este quinto domingo: pongamos la Cruz de Cristo en alto y aceptemos seguirlo hasta el pie de la cruz. Solo en la cruz entenderemos quién es Jesús y cuál es su gloria. “Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí”.

En este quinto domingo de Cuaresma, Jesús nos invita a seguirlo, sintiéndonos atraídos por la locura de la cruz, por este, el signo más grande de amor que Dios ha tenido por la humanidad. Nuestro santo fundador, Monseñor Conforti decía: La cruz “es el gran libro sobre el cual se han formado los santos y sobre el cual nosotros también debemos formarnos. Todas las enseñanzas contenidas en el santo Evangelio están compendiadas en el crucifijo. Él nos habla con una elocuencia que no tiene igual: la elocuencia de su sangre. Nos inculca la humildad, la pureza, la mansedumbre, el desapego de todas las cosas terrenales, la conformidad a la voluntad divina, pero, sobre todo, la caridad para con Dios y para con los hermanos. Mediante su crucifixión, Jesús reconcilió la humanidad con Dios y unió entre sí con un solo vínculo de amor a todos los hijos dispersos del Padre. ¡Así se ama! (1925, Parma, La palabra del Padre).

Estimados hermanos, al iniciar esta semana que nos acerca a la Pascua, es el momento de preguntarnos si queremos seguir y servir a Jesús con toda la verdad que ello implica. Si queremos responder con amor a ese amor. Si queremos estar cerca de Él, como los griegos, y que vaya creciendo en nosotros la atracción hacia Él cada día más y un deseo inmenso de vivir de su gloria. Como sabemos, el mundo en que vivimos no favorece mucho la entrega a los demás, la cruz es una locura, un escándalo, pero también es un verdadero camino en a contracorriente que finalmente trae salvación, solución a tanto egoísmo. Hoy parece que cada uno mira por lo suyo; la globalización de la indiferencia, la cultura de la muerte y el descarte imperan por doquier. Pues bien, contra la “ley de la selva” Jesús presenta la “ley del amor” y quiere que todos se sientan atraídos por ella. He ahí nuestra misión, proclamar el misterio de la Cruz de Cristo a todos los que nos rodean, mostrar con nuestras vidas marcadas por la cruz, por el servicio, por la entrega, por el amor finalmente, esa atracción y muchos vengan, como esos griegos a decirnos: “quisiéramos ver a Jesús y estar con él” así como ustedes están y viven de él.

¡Buen final de Cuaresma!

P. Rubén Antonio Macias Sapien sx

Misionero xaveriano

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