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P. Gerardo Custodio sx

EL PAPA FRANCISCO Y LA ECOLOGÍA

Saludo a todos los lectores de la Revista Xaverianos; les presento el tema que este año voy a desarrollar con ustedes: la ecología en la Encíclica Laudato Sí, del Papa Francisco, apoyado en algunos artículos al respecto como de Bernardo Pérez A. y Leonardo Boff.

El tema ecológico es un tema que siento mucho, porque fui testigo de la belleza, pero también de la deforestación en aquellos años que viví en la región amazónica de Brasil mientras visitaba las comunidades en mi trabajo pastoral. Posiblemente no había una regulación adecuada en la explotación de madera ya que los camiones no daban tregua y salían cargados con los enormes troncos. En el espacio de algunos años, el panorama fue cambiando para mal.

Ante una realidad generalizada, el Papa Francisco nos ha sorprendido con la temática que ha implementado durante su pontificado con la Encíclica Laudato Si, y recientemente Laudato Deum, porque no se esperaba que nos hablara de un tema tan urgente para toda la humanidad y que no es precisamente un tema “espiritual”, sino de una situación que nos pone en alerta como humanidad. 

En esta encíclica evidencia la ecología conectada con el sufrimiento de la tierra y de los más pobres. Estas dos realidades tienen una causa común: el modelo de desarrollo, basado en el lucro ilimitado, lo cual le hace suponer al ser humano que puede darle lo que tanto anhela.

Eliminar del horizonte todo límite para alcanzar un objetivo de lucro es, precisamente, la raíz del pecado que se menciona en la biblia con la expulsión Adán y Eva del paraíso. Cuando ellos quieren ir más allá del límite que Dios les había ordenado, de no comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y el mal, se han ido más allá de lo que les correspondía como seres creados.

El ser humano ha querido vivir en un mundo sin límites en los diferentes ámbitos de la vida. En la mitología griega, cuando se sobrepasaban los límites establecidos, la hibris atrapaba a la persona y la convertía en un ser distinto a su vocación, porque acepta libremente transgredir los límites impuestos por los dioses. Es la falta de control de los impulsos propios, como la arrogancia, e inspirado por sus pasiones, lo llevan a una exageración irracional y desequilibrada.

En la biblia, Dios puso al ser humano en medio del jardín para que lo cuidara; le dio la libertad de comer de todos los árboles, y un límite: no comer de uno de ellos; le advirtió de las consecuencias y la asumió al trasgredir el límite. Al pasar el límite de no comer del fruto, el orden quebrantado pasa a ser ontológico, es decir, constitutivo al ser humano y la consecuencia fue la muerte. Antes de pasar el límite no tenía por qué morir; al pasarlo no puede no morir. 

Hoy, estamos sobrepasando los límites. Se está destruyendo aquello que le fue dado para cuidar. Rebasar los límites lo puede llevar a morir como especie. Contra este sistema se levanta el Papa Francisco en la encíclica, poniendo sobre la mesa los problemas que afectan a nuestra casa común, la Tierra.